miércoles, 31 de octubre de 2012

Felicidad y sufrimiento.

Sufrimiento manifiesto, subyacente, cambio de sufrimiento. Identifiquemos primero el sufrimiento para saber dónde buscar la felicidad.
Para entender que es la felicidad, es importante entender también qué es el sufrimiento.
Si sondeamos en nuestros estados de ánimo diarios, veremos que son cambiantes. Lo importante es detectar si el hilo conductor entre todos estos estados es bienestar o, por el contrario, incomodidad permanente.
Prestemos atención a los diferentes tipos de sufrimiento y observemos si son las circunstancias las que se imponen en nuestra vida o contamos con un estado de bienestar personal que acoge de buena gana a las visitas del sufrimiento, ineludibles en la existencia humana.
Tipos de sufrimiento.
Podemos definir el sufrimiento como un estado de ánimo caracterizado por el malestar.
Hay tres tipos de sufrimiento:
1. El sufrimiento manifiesto. Es aquél que sentimos cuando nos duele algo, física o emocionalmente: la espalda, la molestia de las diarreas, la cabeza, enfados, etc... Cualquier tipo de malestar manifiesto.
2. El sufrimiento del cambio. Cuando nos deja de doler lo que antes nos dolía tanto. Resulta un alivio y parece, por un momento, que somos felices, pero en realidad sólo está cambiando el sufrimiento anterior por otro que se manifestará enseguida.
Ejemplos: sufrimiento de no tener pareja/consigues pareja-alivio-"felicidad"/sufrimiento de tener pareja. Se cambia el sufrimiento.
En la práctica, éste es el tipo de felicidad que solemos conocer comúnmente: cuando algo nos deja de doler o conseguimos lo que queremos. Pero no es más que un alivio y enseguida aparece el sufrimiento del cambio.
En realidad no es más que un cambio de sufrimiento.
3. El sufrimiento subyacente. Es esa molestia sutil e inconsciente que está casi todo el tiempo, porque hace frío, calor, tengo hambre, sed, cansancio, nos apreta el pantalón, estam@s gord@s,  etc. E$s el sufrimiento inherente a la condición humana que experimentamos.
En ninguno de esos tres espacios se puede manifestar la felicidad auténtica.
La felicidad (que siempre está ahí, dentro del ser humano, reinando en su isla de paz, interior) sólo se manifiesta cuando la desenterramos de todos los engaños, exigencias y condiciones externas. Entonces, descubrimos que está siempre y no depende de condiciones externas. Este tipo de bienestar acepta las visitas de las condiciones externas y las deja pasar.
La felicidad no desaparece cuando llega una visita-condición-molestia, para regresar cuando ésta se va. (No sería una buena dueña de casa...) La alegría de la paz interior permanece siempre, con visitas o sin ellas. Esa es la única felicidad real.
Lo demás (alivios) sólo son diferentes versiones o manifestaciones del sufrimiento.
Desarrollar un sentimiento de felicidad auténtico y permanente sólo depende de ti.
Cultivar la felicidad.
¿A qué dedicamos la mayor parte de nuestra vida? Probablemente, a asegurarnos el bienestar material (posesiones, poder, una buena imagen...); a ocuparnos de nuestra familia, de las relaciones sociales; al cuerpo (compras, vestidos, alimentación, embellecimiento...). Todas estas condiciones pueden contribuir a nuestro bienestar pero no son la causa de nuestra felicidad.
¿Qué es lo que sí puede ser causa profunda de bienestar y felicidad?
Nuestra habilidad para mantener paz mental en cualquier circunstancia (incluso en el dolor físico), nuestra capacidad de concentración, nuestra aceptación (que nos haga fácil soltar en cada pérdida), nuestra capacidad de amor y compasión, que nos conecte con nuestro entorno, incluidos todos los seres. La alegría.
Ésas son las habilidades que nos ayudan a vivir una buena vida, con significado y feliz.
Obtener una maestría en estas habilidades no es más difícil que conseguir todas las posesiones, carreras, oposiciones, la casa de nuestros sueños, el coche más rápido o la pareja que creemos que nos hará feliz, todas esas cosas que sí se llevan tu tiempo y energía y, sin embargo, no nos garantizan la felicidad (por el contrario, sí constituyen una buena fuente de preocupaciones).
No se trata de abandonar todas las demás cosas, obviamente, pero sí es importante restablecer prioridades y reorganizar nuestro tiempo y energía, para dedicarle algo más de atención a las cosas que sí tienen el poder de hacernos felices (nuestra capacidad interior de paz, amor, concentración, alegría, comprensión).
Piénselo
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene







martes, 30 de octubre de 2012

Ser feliz en cada momento el día.


Desarrollemos nuestra paz interior y hagamos lo que tengamos que hacer desde nuestra alegría imperturbable.
A continuación, vamos a analizar algunas sugerencias para proteger nuestra alegría en nuestra vida cotidiana y, en especial, en algunas de las situaciones en las que más nos cuesta o incluso aquéllas que suelen sacarnos de nuestras casillas.
Pero recuerden que, antes que nada, es importante haber manifestado la decisión de querer ser feliz, mantener una actitud que lo haga posible y aceptar disfrutar del camino, aun en los tramos de travesía más difíciles que podamos encontrar.
Como ilustración e inspiración, pueden servirnos las palabras de Lochani, una monja budista de Barcelona:
"Cada vez que algo empieza a alterarme (una crítica, una decepción, las cosas no son como deseo, etc.) pienso: ¿Qué me importa más, esto o mi paz mental? Y mi malestar se reduce automáticamente. Porque cualquier cosa que no me guste (lo que piensen de mí, el inconveniente de perder un trabajo y tener que buscar otro, etc.) no es tan importante como mi paz mental, mi alegría interior".
Ese es el pensamiento más importante y es a la vez una toma de decisión: lo más importante es nuestra paz mental, nuestra alegría interior. Y cuando logremos pensar y sentir así, no habrá nada que nos mueva de esta paz y de esta alegría.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene




miércoles, 17 de octubre de 2012

7 tips para comunicarse.

Hoy les traigo 7 claves para comunicarse con los demás:
1. Sonrían.
Reír es una medicina, física y mental. Refuerza los sistemas inmunológico, muscular y cardiovascular, además de liberar endorfinas, la hormona de la felicidad. Además, la sonrisa se contagia y, cuando es sincera, es la fórmula mágica para apaciguar cualquier mal rollo en otras personas, y en nosotros mismos. Especialmente cuando creemos que nos van mal las cosas y sufrimos, sonríamos cuando nos relacionemos con otras personas: ellas no tienen la culpa. Cuidémoslas, porque probablemente ellas también guardan su propio dolor. Y sonreír apacigua todos los dolores.
(Frase: "Sé amable con toda persona con quien te cruces porque también está librando una gran batalla"
2. Digamos siempre la verdad.
Si no decimos la verdad, acabaremos perdiendo la confianza de las demás personas, y nosotros mismos nos perderemos, sin saber qué es cierto o no lo es, en nuestras interpretaciones de las cosas. Decir la verdad es un gesto de valentía, de aceptación, contra la cobardía, la negación y la huida que significa la mentira. Pero decir la verdad no significa exponer/imponer nuestro criterio..
3. Escuchemos con atención.
Escuchar significa parar la propia cháchara mental y abrirnos a la experiencia y los sentimientos de la otra persona. Escuchar es un acto de amor que hace que la otra persona se sienta amada. Practiquemos la escucha atenta porque en cada práctica aprendemos a amar más y mejor.
4. Pongámonos en sus zapatos.
Y cuando escuches, pongámonos en su piel, no en lo que nosotros sentiríamos si estuvieramos en su lugar. Mediante la empatía, descubrimos la realidad de la otra persona y la aceptamos.
5. Agradezcamos.
¿Somos  ricos o pobres? Por mucho que tengamos, cuando no valoramos lo que tenemos, es como si no tuviesemos nada. Podemos tener una multimillonaria cuenta en el banco, salud, un montón de amistades y todas las oportunidades de disfrute, pero nos sentiremos pobre si centramos nuestra atención exclusivamente en lo que no tenemos, en nuestra adicción al deseo, a nuestras próximas conquistas pendientes. Pero, por poco que tengamos, podemos sentirnos las personas más afortunada del mundo si sabemos apreciarlo cada día.
6. Expresemos nuestros sentimientos.
En la comunicación de verdad está muy bien transmitir detalles y hechos, pero lo que hará que una conversación sea profunda y recordada es el que se intercambien sentimientos y emociones. Aprendamos a decir "ayúdame", "perdóname" y "te quiero", que son las tres palabras más difíciles de expresar para las personas adultas.
Hagámosle saber a la otra persona qué cosas en ella nos hacen sentir bien o crecer. En cuanto a lo que nos hace sentir mal, comuníquelo también, en el momento oportuno (cuando nos sintamos receptivos y no acusados y a la defensiva) e investigemos juntos qué es lo que hay dentro de nosotros que nos hace reaccionar emocionalmente de esa manera. Si hacemos un esfuerzo por cambiar, la otra persona lo hará también.
7. Aprendamos a comprender.
Juzgar, criticar, es una pérdida de tiempo y crea hábitos. Cuando criticamos ponemos el foco en algo que no nos gusta, ignorando el cuadro completo. Si en lugar de fijarnos en los defectos de las personas o situaciones ponemos el foco en sus virtudes y beneficios, nos llevará a relacionarnos mejor con esa persona o situación. Pongamos nuestra atención en lo que nos hace aprender y crecer; con esta actitud, veremos que no excluimos nada: lo que apreciamos de la otra persona, nos inspira para mejorar; lo que creemos que no funciona, nos enseña los errores que no debemos cometer.
En cuanto a la otra persona, comprendamos sus limitaciones y, simplemente, acompañémosla (en nuestras posibilidades), como haríamos con una persona enferma.
Cariños y sonrisas y hasta mañana
Irene




martes, 16 de octubre de 2012

Caminando hacia nuestros sueños.

- Asegurense de que su sueño sea estimulante y no inmovilizador.
¿Tenemos algún sueño? Deberíamos, porque los sueños y proyectos de futuro le aportan energía y entusiasmo a nuestra vida. Pero cuidado, porque los sueños pueden ser tanto un estímulo como una trampa para el estancamiento. ¿Cómo saberlo?
Pregúntense si estamos haciendo algo para realizar nuestro sueño, es decir, si nuestro objetivo está ya en proceso, o bien si lo utilizamos meramente como una forma de resignación (eso es lo que me gustaría hacer, si pudiera) para justificar por qué no encuentramos satisfacción en tu vida.
Un ejemplo del primer caso es cuando una niña sueña con que de mayor será actriz o periodista o médica o astronauta, y la vida que hace está llena de gestos e intenciones en esa dirección: aprendamos sobre el tema, empecemos  a practicar (hacer su sueño realidad) a la menor oportunidad, etc.
Un ejemplo del sueño-trampa es cuando una persona que vive y trabaja en la ciudad  y asegura que su ideal sería vivir en la montaña rodeada de caballos, pero no hace el menor gesto en esa dirección (ni en relación a la montaña ni a los caballos); o cuando asegura que su ideal de vida feliz sería vivir viajando, sin embargo, su día a día (incluso en vacaciones) es marcadamente sedentario.
Prestemos atención, porque el sueño-trampa nos permite acomodarnos en la insatisfacción y nos da permiso para la queja y los fracasos reiterados (no aprender nada de la experiencia), porque acaba siendo utilizado como respuesta a todos los males.
Éstas son las cinco claves para relacionarnos con los sueños que aportan felicidad a nuestras vidas:
1. Tenerlo. Obvio, ¿no? El sueño nos impulsa en una dirección, nos motiva, le da significado a lo que hacemos. Y es una gran causa de alegría. Pongamos un sueño (o más) en nuestra vida.
2. Explicarlo. Cada vez que lo contamos, alcanzamos a desarrollar más detalles, el sueño crece y toma más cuerpo, se hace más real.
3. Escribirlo. Esto nos permitirá leerlo más tarde y no olvidarlo. Escribamos los detalles, el proceso, cómo afrontaremos los posibles imprevistos.
4. Visualizarlo. Nuestra mente es energía y tiene el poder de crear cosas. Cada vez que pensamos en nuestro sueño, lo visualizamos, le damos forma y los sentimos, lo hacemos más real. Si nos emocionamos con él, para nosotros ya es real. En la medida de lo posible, actuemos como si ya lo hubieramos conseguido.
5. Trabajar en él. Pongámosle mucha voluntad y manos a la obra. Informense, formamense, empecemos a practicar cada vez que la ocasión nos lo permita. Perseveremos cada vez que nos enfrentes a una dificultad. Pónganle paciencia y humildad, pero en acción. Sientan ya quien quieren llegar a ser y actuemos como actuaríamos una vez realizado nuestro sueño. Porque ya estamos en él.
Espero que lo pongan en práctica!
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene






sábado, 13 de octubre de 2012

Hacia la felicidad

¿Es posible ser feliz cada día? ¿Existe alguna fórmula que lo haga factible? Mucha gente responderá que no. En las encuestas, la mayor parte de las personas declaran no creer en la felicidad, y menos en mayúscula, y menos de forma permanente. "La felicidad son momentos", dicen, o bien, "la felicidad es como un relámpago, que desaparece en cuanto lo percibes".
Para estas personas y para todas las demás, tenemos buenas noticias: la felicidad existe, puede ser duradera y puede, incluso, acompañarnos toda la vida, formar parte de nosotros, como una característica más que nos define. Y esta gran conquista depende sólo de un cambio de actitud.
Vamos a descubrir que la felicidad no es un milagro ni una bendición efímera de los dioses, sino que es, simplemente:
1. una actitud interior que podemos cultivar;
2.una decisión personal que se toma cada día, y
3. un camino, no una meta.
Pero, por encima de todo, hemos de tomar una opción importante al principio del viaje, que consiste en escoger el amor y liberarnos del miedo.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene








viernes, 12 de octubre de 2012

Abrirse al amor.


El amor no podemos encontrarlo fuera. Es algo que sólo podemos generar dentro y dejar que se proyecte fuera.
Quizás sea lo más difícil, el punto de partida. ¿Cómo abrirse al amor, a la felicidad, al disfrute profundo, cuando nos pasamos el día ocupados en resolver cuestiones, la mayor parte de ellas de supervivencia cotidiana, como si la vida consistiera, básicamente, en una mera batalla diaria? Pero la vida es algo más que una lucha; la vida es, en esencia, un "estar". Y eso es lo que vamos a descubrir en nuestra búsqueda de la felicidad.
Claves para abrirse al amor
Reconocer que no estamos separado sino que formamos parte de nuestro entorno.
Uno de los grades errores que hemos aprendido es que somos seres separados e independientes del resto (de las demás personas, animales, el planeta, etc.).
Esta creencia potencia la competitividad, la explotación y manipulación del entorno (personas incluidas) y, en última instancia, el miedo.
Si nos sentimos parte de la red de la vida, reduciremos nuestro egoismo y nuestra importancia personal y actuaremos para el bien general. Y esto es clave para el buen funcionamiento de nuestras relaciones, el cuidado del entorno y nuestro bienestar personal.
Identifiquemos nuestro proyecto de vida.
Seguramente queremos llegar a nuestra vejez con la sensación de estar viviendo una vida con significado, y no mirar atrás y sentir que hemoss hecho una ruta sin rumbo ni sentido. Parémonos a pensar en el significado de la vida, identifiquemos nuestras prioridades y marquemos objetivos de acuerdo a nuestros valores personales. Con el tiempo, revisémoslos y, si es necesario, introduzcamos cambios. Vivamos con consciencia, con el convencimiento de estar viviendo nuestra propia vida.
Diferenciar entre lo urgente, lo necesario y lo importante.
Aprendamos a parar. Identifiquemos a qué le estamos dedicando la mayor parte de nuestro tiempo, energía, pensamientos, etc. Todas esas cosas tan urgentes y aparentemente inevitables a las que dedicamos nuestra vida, ¿son realmente importantes, dentro de nuestro proyecto de vida? ¿Son coherentes con ese proyecto de vida, contribuyen a nuestros objetivos? ¿Son necesarias? Si la respuesta es "sí": enhorabuena. Si es "no": nuestra agenda necesita una buena reestructuración y, cuando lo hagamos, asegurémonos de que las cosas a las que dedicas nuestro tiempo, las cosas urgentes, son realmente importantes y necesarias.
Acostumbrémonos a ver a los demás seres como iguales.
En nuestra familia, todas las personas son importantes y deseamos la felicidad de todas ellas. Y lo mismo con nuestras amistades, si les amamos de verdad. La persona que nos vende el pan; las madres con las que nos cruzamos a la salida de la escuela de nuestros hijos; nuestros compañeros de trabajo; el jefe que exige de nosotros más de lo que podemos dar, todas aspiran a lo mismo que nosotros, básicamente: a ser felices. Y todas estas personas a veces aciertan (y son felices y es un placer estar a su lado) y a veces se equivocan (y se enfadan y hacen daño, queriendo o sin querer), exactamente igual que nosotros. Es una suerte ser imperfecto, porque así podemos comprender mejor las imperfecciones de los demás, aun cuando son diferentes. Miremos a las demás personas como iguales: seres que buscan la felicidad y a veces se pierden en el camino.
Aprendamos a aceptar.
Aceptar no significa resignarse. La resignación no acepta: no le gustan las cosas como son y simplemente se "fastidia" con la sensación de impotencia, victimismo, etc. Nada sano. La aceptación no huye ni niega la realidad; ve las cosas como son (acepta) y realiza los cambios que se puedan realizar para mejorar las condiciones. Acepta lo que hay y lo carga de significado para seguir creciendo. Incluso el dolor, cuando llega; lo afronta y le da un significado. De esta manera, el dolor nunca es gratuito o una experiencia desperdiciada sino que se hace transcendente. ¿nos resulta contradictorio? Para ser feliz de verdad no podemos tener adicción al bienestar, a que las cosas sean siempre como nosotros deseamos; la felicidad profunda y definitiva comprende que a veces nos tocará afrontar situaciones incómodas o no deseadas, porque forman parte de la vida humana, y se abre a ellas cuando llegan, las utiliza para crecer y las deja pasar.
Dependamos sólo de una mente feliz.
Consideremos las cosas que ocurren en nuestra vida como anécdotas o prácticas de aprendizaje, disfrutemos de ellas: las que nos gustan y las que no nos gustan. Todas tienen la misma función: hacernos crecer, enseñarnos a ser feliz. Que nuestra felicidad dependa sólo de nuestra mente feliz. Y, a partir de ahí, afrontemos lo que tengamos que afrontar con alegría.
Hagamos conscientes del amor que sentimos, hagámoslo visible.
Reconozcamos cada vez que se manifiesta nuestro amor: por detrás de un gesto amable con otra persona, cuando sonreímos, cuando miramos a un bebé, cuando disfrutamos de una comida o una conversación con nuestra pareja o nuestra amiga, cuando contemplamos un paisaje, una obra de arte o un objeto inspirador.Visibiliemos nuestro amor. Cada vez que somos consciente de él, le damos más fuerza.
Y, de la misma manera, apreciemos los gestos de amor (amabilidad, consideración) de las demás personas. Es el mismo amor que habita la vida, en circulación.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene






jueves, 11 de octubre de 2012

Camino para la felicidad

Nuestro tiempo es tan acelerado, estamos tan ocupados, que muchas veces nos olvidamos de sonreír y de pensar en los motivos que tenemos para ser felices.
Pero estos tips nos ayudaran a que sea diferente, ya que nos ayudarán a empezar cada día alegremente y a sentirte contentos con nosotros mismos y nuestro entorno.
1. Encontremos nuestra alegría
Ser feliz no es tan difícil, sólo pensemos en las razones que tenemos para serlo. Pensemos en cómo esta nuestra vida, las cosas positivas que tenemos y lo bueno que nos ha pasado, pero sin pretender que sea diferente, simplemente aceptemoslo.
Quizás esto sea difícil por que muchas veces no estamos conformes con lo que tenemos, y deseamos muchas cosas, pero adquirirlas no necesariamente aumentará nuestra felicidad. Si vivimos añorando lo que no tenemos, jamás seremos felices, ni valoraremos lo que nos rodea.
2. Razones para sonreír
No es necesario que tengamos un motivo para sonreír, basta con hacer el gesto para que el cerebro reaccione y libere endorfina, la hormona que nos hace sentir felicidad. Es una manera simple de estar contentos, sobre todo en momentos de crisis, en los que pensamos que nada puede hacernos sentir bien.
3. Pongámonos en movimiento
La actividad física es vital para nuestro estado de ánimo. Al realizar cualquier actividad física, se envían señales al cerebro para que libere endorfina y estemos contentos. Practicar ejercicio también nos aleja de nuestras preocupaciones, lo que también facilita estar alegres.
4. Compartamos con nuestros amigos
Ser feliz es más fácil cuando estamos con gente que nos quiere, como nuestros amigos, sobre todo aquellos que nos hacen reír a carcajadas y con los que no existen los problemas. Recomendamos reunirse por lo menos una vez al mes con amigos, en una fiesta o simplemente para tener una animada conversación. Según estudios científicos esta simple práctica nos hace un 9% más felices.
5. Practiquemos ser feliz
La mayoría de las personas piensa que la felicidad está relacionada con la adquisición de objetos materiales, pero según estudios científicos tiene que ver con ciertos estados de la mente y del corazón, tales como la generosidad, la bondad, o la gratitud.
Por lo que mientras más concientes seamos de estos sentimientos, seremos más felices. Concentrémonos en los buenos momentos como cuando nos reímos a carcajadas en compañía de otras personas o cuando estamos jugando con los niños o conviviendo con la familia.
6. Cantemos una canción o bailemos
Según los investigadores de la Universidad de Manchester, cantar una canción es una excelente manera para alcanzar un estado de felicidad. Esto sucede, porque el oído interno está conectado a una zona del cerebro que registra el placer y el canto la activa. Pero si el canto no va con nosotros, el baile es una buena opción, porque nos activa y nos olvidamos de problemas.
7. Descansemos
Tomemos un descanso de vez en cuando, para tomarnos una taza de té o café, eso nos ayudará a meditar sobre los aspectos de nuestra vida y apreciar la tranquilidad que nos rodea. Si corremos todo el día en nuestro trabajo y en nuestras tareas, al final del día busquemos un espacio para nosotros y relajémonos.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene




martes, 9 de octubre de 2012

Camino a la felicidad


Les he traído una historia, que a mi me gustó mucho, sobre un deseo tan viejo como la humanidad y tan buscado como el tesoro más preciado de la vida: La felicidad.
"La felicidad amaneció un día sobre un desierto de dunas y vientos. Nació de la belleza y la paz. . 
Caminó guiada por la luz del bien, cruzando todos los mundos de la existencia
Atravesó océanos de silencio y oscuridad.
Cruzó la ignorancia, la ambición, el egoísmo, la lujuria, la arrogancia, la sabiduría... y en ninguna se detuvo.... hasta alcanzar la raíz del Tao.
Desde tiempos inmemoriales todos los hombres y mujeres de buena voluntad han querido poseer ese gran tesoro.  El tesoro de la felicidad... Unos han buscado en la Naturaleza, y han descubierto una belleza inconmensurable, otros han buscado en los tesoros de la materia, y solo han conseguido aferrarse más al dolor y al sufrimiento que conlleva tener que poseerlos para luego desprenderse inexorablemente de ellos.  Otros han buscado en lo más profundo del cielo, en sus misterios y maravillas, y solo han descubierto conocimientos milenarios que siempre han estado escritos con la luz de la eternidad. Otros han buscado en el corazón de la Tierra, en sus secretos escondidos de arcanos ancestrales, y solo han hallado trazos borrosos y casi perdidos de una sabiduría imperecedera.
Un día, un principito, buscó en los libros más sagrados, sobre su caballo de fuego, visitó a los sábios más ancianos, caminó en busca de ella, y todo lo que pudo hallar, fue que la felicidad no se atrapa, no se posee, no se encierra ni se guarda... La felicidad es un estado de conciencia que se alcanza cuando has conseguido liberarte de tus miedos y deseos, cuando has abierto tu corazón al amor más puro y a la verdad más sagrada.  Es la consecuencia de tus actos, de tu voluntad, de tu deseo.  Así llegó a escribir en su libro de sabiduría:
Para llegar a la felicidad debemos empezar por conocernos a nosotros mismos.
Debemos practicar siempre nuestra oración de entrega y humildad a todo lo que te rodea.
Desprenderse de todos los yoes que forman la fortaleza del “ego”.
Vaciarnos de todo lo que nos han dicho o contado.
Y solo cuando alcancemos el silencio más profundo en el  centro de  nuestro  corazón.
Cuando vivamos la inmensidad del cosmos en el fondo de nuestro ser, como una mota de luz en la existencia.
Cuando hayamos renunciado a todo deseo de poseerla.
Solo entonces ella se manifestará...
Y cando eso ocurra, ya no será necesario buscarla....
porque será una expresión de nuestro corazón más puro...
Espero que les haya gustado, cariños y sonrisas y hasta mañana
Irene

sábado, 6 de octubre de 2012

En busca de la felicidad

Siempre nos parece que la vida está por comenzar, la verdadera vida. Pero siempre hay un obstáculo en el camino, algo que superar primero, algún asunto no terminado, tiempo por invertir, una deuda que pagar. Entonces la vida comenzaría!
Finalmente nos damos cuenta de que esos obstáculos “eran” nuestra vida.
Esta perspectiva nos debe ayudar a ver que no hay camino a la felicidad. La felicidad es el camino. Así que, atesoremos cada momento que tengamos. Y atesorémoslo más porque lo compartimos con alguien especial, lo suficientemente especial como para invertir nuestro tiempo, y recordemos que el tiempo no aguarda a nadie. Así que, dejemos de esperar hasta que…
Terminemos nuestros estudios ó regresemos a ellos,
Perdamos diez kilos ó los ganemos,
Tengamos hijos ó estos dejen el nido,
Comencemos a trabajar ó nos jubilemos,
Nos casemos ó nos divorciemos,
Llegue el viernes en la noche ó el domingo en la mañana,
Tengamos un nuevo auto o vivienda ó estos estén pagos,
Llegue la primavera ó el verano ó el otoño ó el invierno,
Llegue el primero del mes o el quince,
Toquen nuestra canción,
Hayamos bebido ó estemos sobrios,
Muramos ó nazcamos de nuevo,
Decidamos que no hay mejor tiempo que ahora mismo para ser felices. La felicidad es una travesía y no un destino.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene

jueves, 4 de octubre de 2012

Ingredientes de la felicidad III: Sentirse Feliz y Amor


De los tres ingredientes de la felicidad que nombrabamos: la salud, el dinero y el amor,  el amor parece ser la que más se acerca a sentirse feliz. Aun así, la relación entre sentirse feliz y amor, aunque es la más significativa de las tres, no es del todo evidente.
Cuando hablamos de amor no me refiero tan solo al amor de pareja o sexual. Cuando hablo de amor me refiero a relaciones de amor de todo tipo: parejas o amantes, padres e hijos, familia en general...
Y es que la relación que existe entre sentirse feliz y el amor no es comprendida por lo que a cantidad se refiere, es decir, no se valora como a más amor, más felicidad. Es la calidad de la relación lo que nos permite sentirnos felices o no.
Si se trabaja en cosechar una relación sana, ésta nos aportará experiencias positivas que desembocarán a la vez en emociones positivas que contribuirán a sentirnos felices, y en definitiva, a sentirnos bien. En palabras del psicólogo John Locke: "Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no una condición de las circunstancias"
cariños y sonrisas
Irene




miércoles, 3 de octubre de 2012

Ingredientes de la Felicidad II: Sentirse Feliz y Dinero


Aunque existen muchos dichos populares que afirman que el dinero da felicidad, poca gente lo cree.
El dinero es el medio de intercambio que la sociedad creó para el pago y cobro de bienes y servicios.
Y como tal, es la herramienta de intercambio más importante que hay en el mundo.
El dinero mueve el mundo como se suele decir, y es que la sociedad así nos lo ha hecho creer.
Con dinero podemos hacer lo que se nos ocurra , podemos comprar cuanto queramos, alojarnos en hoteles lujosos, conducir coches que valen más que muchas casas, llevar las prendas de ropa que llevan los actores de Hollywood... y un largo etcétera.
Sin embargo, todas las cosas que el dinero nos puede dar, cuentan con un factor común: son aspectos materiales. ¿Y esto qué significa? Que son aspectos efímeros, finitos…un día acabarán.
Mucho sentido tiene aquí el dicho “hay gente tan pobre que sólo tiene dinero”. Precisamente esa es la trampa del dinero. Nos hacen creer que el dinero es la llave para abrir la puerta de la felicidad, cuando precisamente la llave la tenemos nosotros.
Sentirse feliz no entiende de dinero ni aspectos materiales. Sentirse feliz depende de factores internos de la propia persona y no de meros aspectos materiales provenientes del exterior. Y si realmente dependiera de aspectos externos, entonces no es felicidad.
Quien se limita a creer que el dinero da la felicidad, no la conocerá jamás.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene

martes, 2 de octubre de 2012

Los ingredientes de la felicidad

Buenas tardes, cómo están? Yo hacía 2 días que estaba sin internet, porque el sábado a l tarde se cortó la luz en todo el sector donde yo vivo y de descomfiguraron los router. >Pero, bueno, aquí estoy de vuelta para compartir con ustedes algo bonito, que nos haga sentir mejor y más felices, que este es el fin de este blog.
Vamos a hablar de los tres ingredientes que normalmente asumimos como importantes para tener felicidad y parece que no son tan importantes: salud, dinero y amor.
Y hoy traeremos especificamente la realción entre felicidad y salud y mañana y pasado seguiremos con los otros ingredientes. 
SALUD Y FELICIDAD
Habiendo salud parece que todo es posible y con la ausencia de ella parece que todas las probabilidades de ser felices disminuyen enormemente. 
Pero, aunque parezca mentira, hay muchos estudios, y muy serios, que corroboran que la gente con buena salud no es más feliz que quien no la tiene. Es más, la gente qye no cuenta con buena salud y que vive además en condiciones extremas, no es tan infeliz como sería de esperar.
Por qué ocurre esto?
Los estudios nos muestran que la relacion entre sentirse feliz y salud, se desvanece cuando nos fijamos en criterios frios como cantidad de enfermedades que se han padecido, número de veces que se ha ido al médico, etc. No son estos los que marcan nuestra felicidad o infelicidad, sino nuestra propia percepción de las circunstancias y no las hechos en si mismos.
Cuando las personas se sienten enfermas, independiente de si esto es realidad, se sientes más tristes e infelices y de igual modo, cuando se sienten más desgraciadas, es más probable que se sientan enfermas y con mala salud.
Por lo tanto vuelvo a repetirles, como siempre: es nuestra percepción de las situaciones es lo que influye en nuestra felicidad. Cambiemos nuestra forma de ver las cosas, seamos más optimistas y también seremos más felices.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene