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martes, 12 de noviembre de 2013
PERDON
Cada vez que nos enojamos con alguien, cada vez que nos sentimos víctimas de una ofensa o agresión, “sabemos” que fuimos tratados de una manera injusta o desconsiderada, que no hemos recibido el trato que nos merecemos. Ese maltrato nos provoca una “razonable” sensación de enojo o disgusto, y en ese punto frecuentemente reclamamos (o al menos nos sentimos con derecho a recibir) algún tipo de reparación de parte del agresor, o aunque más no sea una disculpa, es decir, el reconocimiento de que efectivamente fuimos maltratados. Muchas veces comentamos estos incidentes con nuestros amigos. Se los contamos, lógicamente, tal como los hemos percibido, es decir, mostrándoles con claridad lo injustos que han sido con nosotros. Ellos, naturalmente, suelen darnos la razón porque todos compartimos la misma manera de interpretar estas situaciones. Y lo único que logramos es volver a revolver el cuchillo en nuestra propia herida y encima buscamos apoyo para seguir haciéndolo. Basta!!! Cariños y sonrisas
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Cariños y sonrisas