Varios estudios realizados por psicólogos sociales y por economistas sugieren que las personas felices son más productivas y exitosas, por lo que cómo se construye o se destruye la felicidad también es del interés de las organizaciones y de los gobiernos que procuran alcanzar un crecimiento más responsable.
Dos científicos sociales, Elizabeth Dunn de la Universidad de British Columbia en Vancouver y Michael Norton de la Universidad de Harvard, identifican la relación que existe entre la felicidad y la manera en que gastamos nuestro dinero.
Las investigaciones sugieren que una vez el nivel de ingreso de las personas sobrepasa un umbral en el cual sus necesidades básicas son satisfechas, tener mayor riqueza no necesariamente se traduce en mayor felicidad.
Al enfocarnos más en cómo gastar mejor nuestro dinero en lugar de como acumular más, nuestra perspectiva es más realista y ya no tenemos la obsesión de tener una mayor riqueza si no en ser más felices.
Si bien tener más dinero permite el acceso a cosas maravillosas como vivir en vecindarios más lujosos y comer en restaurantes más elegantes, también existen algunos costos asociados a una mayor riqueza y que irónicamente, podrían terminar por hacernos menos felices.
Si bien tener más dinero permite el acceso a cosas maravillosas como vivir en vecindarios más lujosos y comer en restaurantes más elegantes, también existen algunos costos asociados a una mayor riqueza y que irónicamente, podrían terminar por hacernos menos felices.
Por ejemplo, el dinero podría convertirnos en personas más egoístas y menos dispuestas a ofrecer y recibir ayuda de otros.
También podría hacernos menos sociables al dudar más acerca de las verdaderas razones por las cuales otras personas (Incluyendo cónyuges y familiares) buscan nuestra cercanía y amistad.
También podría hacer que terminemos maleducando a nuestros hijos, al brindarles una excesiva abundancia con bajos niveles de apreciación y esfuerzo.
Por lo tanto,, las conclusiones a las cuales llegan los autores en relación con las maneras en las que deberíamos gastar nuestro dinero para ser más felices se resumen en cinco principios:
1. Comprar experiencias: Las cosas materiales, desde los lápices ordinarios hasta las mansiones extravagantes, terminan por darnos menos felicidad que las compras experienciales, tales como viajes, conciertos y cenas especiales.
Por lo tanto,, las conclusiones a las cuales llegan los autores en relación con las maneras en las que deberíamos gastar nuestro dinero para ser más felices se resumen en cinco principios:
1. Comprar experiencias: Las cosas materiales, desde los lápices ordinarios hasta las mansiones extravagantes, terminan por darnos menos felicidad que las compras experienciales, tales como viajes, conciertos y cenas especiales.
Mientras que la novedad y la satisfacción que obtenemos de las cosas materiales desaparecen con el tiempo, los recuerdos de nuestras experiencias memorables tienden a ser más valiosas y satisfactorias con el tiempo, especialmente cuando involucran sentimientos con otras personas.
2. Hacer del consumo una ocasión especial: Cuando algo que es maravilloso está siempre disponible, con el tiempo tendemos a apreciarlo y a valorarlo menos. Limitar el acceso a las cosas que nos gustan hace que cada vez que la consumimos se convierta en una ocasión especial, renovando nuestra capacidad para disfrutar de ellas.
Cuando disfrutar de algo que nos gusta no es una experiencia de todos los días, lo apreciamos y valoremos más.
3. Comprar tiempo: Al eliminar tareas que nos generan aburrimiento e insatisfacción para dedicarlo a hacer cosas que nos gustan y nos interesan, aumentamos nuestra felicidad.
Por ejemplo, podríamos utilizar ese dinero para que nos hagan esas cosas que tenemos que hacer y que no disfrutamos.
4. Pagar ahora y consumir después: Si bien vivimos en un mundo en el que las tarjetas de crédito nos llevan a hacer exactamente lo contrario, pagar primero y consumir después nos permitiría ser más felices.
Demorar el consumo nos permite disfrutar del placer de la anticipación, tal como sucede con nuestras vacaciones antes de que ocurran.
Realizar el pago de manera anticipada y a la vez distanciada del momento del consumo, no solo nos ayuda a excedernos menos con nuestros gastos, sino que cuando llega el momento de consumir, se siente como si este fuera gratis, lo cual nos hace aún más felices.
5. Invertir en otros: Quizás una de las conclusiones más significativas de este estudio, es que gastar nuestro dinero en otras personas, bien sea a través de regalos, invitaciones, o donaciones a causas importantes para nosotros, tienen un impacto positivo sobre nuestra felicidad.
nos hace más felices que cuando lo gastamos en nosotros mismos.
nos hace más felices que cuando lo gastamos en nosotros mismos.
Y la investigación sugiere que este principio se mantiene tanto en los países ricos y desarrollados, como en países pobres y emergentes.
Invertir nuestro dinero en otros hace que nos sintamos mejor, que nos sintamos más saludables, y que irónicamente, sintamos en nosotros una mayor riqueza.
Cariños y sonrisas
Cariños y sonrisas
Irene