Seguramente nos habremos preguntado la razón de existir; el para qué se vive.
Imagínese por un momento que llegan a un entierro en donde curiosamente están reunidos sus seres más queridos e importantes, y para su sorpresa, al momento de mirar dentro del ataúd se da cuenta de que ¡ahí adentro estamos nosotros!
Entonces empecemos a escuchar atentamente lo que dicen de nosotros: su pareja, sus hijos, sus amigos, sus colaboradores, sus parientes y hasta un representante de la sociedad en donde vivió. ¿Nos agrada lo que dicen? ¿Es eso realmente lo que deseábamos lograr? ¿Vemos realizada y concluida nuestra misión? Es más, si nos muriéramos hoy mismo, ¿qué creen que dirían en nuestros funerales? ¿Y si fuéramos dentro de un año?, ¿o en veinte años? ¿Realmente trascendió nuestra obra? ¡Ahí está la respuesta!..., al final de nuestra vida. Esta sencilla visualización nos invita a reflexionar cuidadosamente sobre cuál es misión existencial, y también nos hace evaluar si la dirección que llevamos es la correcta. Muchas veces nos esforzamos demasiado sin sentido alguno.
¿Sabemos cuál es la misión de nuestra vida? ¿Sabemos qué debemos realizar en su existencia? ¿Sabemos lo que queremos realmente en la vida? Son preguntas básicas para definirnos en la vida.
Como dice el maestro Victor Frankl:
Las respuestas nadie me las podrá dar… ¡Yo las debo encontrar!
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas