En las últimas décadas hemos visto muchísimos avances en todos los campos. En mi opinión, lo que se lleva el premio es el campo de la comunicación.
Desde la clave Morse hasta el correo electrónico ha habido muchísimas formas de comunicación que por supuesto han ayudado a que podamos obtener información rápidamente con solo mover un dedo. Y también podemos comunicarnos unos con otros con mayor rapidez, eficacia y más barato. El progreso del hombre para mejorar y optimizar su mundo externo ha sobrepasado por mucho las expectativas de cualquiera de nosotros.
Sin embargo, la pregunta del millón es de qué manera ha avanzado el hombre en la comunicación que es la más importante: la comunicación consigo mismo.
¿En qué ha cambiado el diálogo interno de un hombre de hoy con el diálogo interno de un hombre de hace 40 años, un siglo, cinco siglos? En nada. ¿Cómo es la comunicación que tenemos con nosotros mismos? ¿Cómo nos afecta en nuestra vida diaria? ¿Cuales son nuestros pensamientos dominantes?
Alguien dijo que somos el resultado de nuestros pensamientos dominantes. Quizá sean derrotistas, negativos, lacerantes, egoístas, juiciosos o quizá sean pensamientos constructivos, edificantes, motivadores, de aceptación, etc. Cada quien tiene sus favoritos. Hay personas que le dedican mucho tiempo a la preocupación, otros quizá se inclinan más al enojo con ellos mismos y con los demás, otros a disminuirse y devaluarse.
Y realmente, somos el producto de nuestros pensamientos dominantes! Somos el producto de esa comunicación continua que reforzamos y que algunas personas han llegado a afirmar que es hereditaria. “Mi papá era muy enojón y así salí yo, igualito, ni modo”. “Mi mamá era una preocupona y así me tocó serlo.” El hombre ha dado pasos gigantes para mejorar su comunicación externa, ¿por qué no dar pasos gigantes para mejorar la interna? Todavía hay muchas personas que no saben que sí se pueden cambiar y cancelar esos pensamientos dominantes nocivos que arruinan su calidad de vida y sus relaciones en casa, en la oficina y en la sociedad, no dejando que sean más afables y flexibles.
¿Cómo se hace esto? Es necesario ser hipervigilantes, tener como una guardia mental que esté vigilando lo que nos decimos. Y cada vez que aparezca un pensamiento limitante hay detectarlo y desecharlo y cambiarlo por uno que nos dé energía, motivación y alegría.
Esto hay que hacerlo una y otra y otra vez. Pronto nuestra mente aprenderá cuales son los pensamientos que queremos tener y comenzará a crear un programa que podrá funcionar automáticamente, tan fácil como decir ahora que 5 por 5 es 25. Para poder hacer esto tuvimos que repetir las tablas y enseñarle a la mente una y otra vez lo que queríamos y ahora podemos producir la respuesta sin esfuerzo.
No es tarde, para nadie, para empezar a enseñarle a la mente nuevos formas de comunicación que sean para beneficio propio que nos lleve a evolución positiva interna.
En la medida en que logremos un cambio positivo interno en nuestra comunicación interna, las relaciones, el estar consigo mismo y hasta los negocios, resultarán más agradables y menos estresantes.
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