Aceptar no
significa resignarse. La resignación no acepta: no le gustan las cosas como son
y simplemente se "fastidia" con la sensación de impotencia,
victimismo, etc. Nada sano.
La aceptación no huye ni niega la realidad; ve las
cosas como son (acepta) y realiza los cambios que se puedan realizar para
mejorar las condiciones.
Aceptar lo que hay y lo carga de significado para
seguir creciendo.
Incluso el dolor, cuando llega; lo afronta y le da un significado. De esta manera, el dolor nunca es gratuito o una experiencia desperdiciada sino
que se hace transcendente.
¿Resulta contradictorio? Para ser feliz de verdad
no podemos tener adicción al bienestar, a que las cosas sean siempre como deseamos; la felicidad profunda y definitiva comprende que a veces nos tocará
afrontar situaciones incómodas o no deseadas, porque forman parte de la vida
humana, y se abre a ellas cuando llegan, las utiliza para crecer y las deja
pasar.
Queremos ser felices: pongamos este consejo en práctica
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas