Tenemos motivos para dar gracias cada día por lo que somos, por lo que tenemos.
Y desde ahí caminar con alegría, decisión y muchas ganas.
Cada mañana hay que agradecer estar vivo y conectarse con el cuerpo para sentir la sangre correr por nuestras venas .
Eso es ya tal milagro, que debería bastar para disfrutar cada día como si fuera el último.
El poder de las palabras es grande: crea mundos.
Por lo tanto, agradecer nos hace más conscientes, más fuertes.
Mejores personas. Más felices.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas