martes, 19 de enero de 2021

AGRADECER, SONREIR Y RESPETAR... TRES COSAS SENCILLAS

Si acudimos al refranero popular,  este nos dice aquello de que: “es de bien nacido ser agradecido”. 
Y es que no sé por qué pero hay gente a la que le cuesta mucho pronunciar la palabra GRACIAS.  Puede que esto sea debido a  que decirla en voz alta, o incluso escribirla, les produzca algún tipo de reacción alérgica.
Decir gracias cuando alguien hace algo por o para nosotros, debería ser algo que hiciéramos siempre ya que gracias a lo que esa persona hace, dice o publica, yo consigo algo.
Y por conseguir algo no nos referimos a una retribución económica, aunque pueda darse el caso, nos referimos a lo que nos aporta esa persona cuando hemos pasado un rato riéndonos, hemos mejorado nuestra autoestima o nuestra motivación, hemos aprendido algo nuevo, hemos tenido acceso a una oferta de empleo…
O cosas tan cotidianas como ver aliviado nuestro esfuerzo al realizar una tarea sea cual sea ésta.
Ejemplos: que me sujeten la puerta para dejarme pasar, que se agachen por mí para coger algo que se me ha caído al suelo, que me cedan el sitio en el autobús… La lista es interminable.
Alguna vez nos ha pasado que sostenemos la puerta para que otra persona pase, pasa y no nos da las gracias? ¿Acaso soy yo el portero, que dicho sea de paso, si lo fuera, por simple educación, también habría que agradecerle el gesto?
La gratitud es el respeto hacia lo que los demás hacen por nosotros. 
Y es que si fuéramos conscientes de lo que implican los gestos, las acciones, los trabajos de los demás… No juzgaríamos a la ligera y le daríamos valor las cosas de una forma tan sencilla como con un simple GRACIAS.
¿A dónde nos lleva todo esto? Pues nos lleva a la empatía, a la importancia de ser capaz de ponerme en el lugar de otro, de entenderle y de hacerlo no desde mi perspectiva, mis sentimientos y esquemas mentales sino, desde los suyos.
Y es esencial, está integrada en todas las demás habilidades: en la comunicación, favoreciendo entre otras cosas la escucha activa, en la resolución de conflictos, ya que si comprendo una opinión que difiere de la mía será más fácil llegar a solucionar un problema – e incluso reducir la posibilidad de que se produzca.
Agradecer, sonreír y respetar… tres cosas tan sencillas y que aportarían tanto…
Para terminar,  por favor, cuando nos digan “GRACIAS”, respondamos con un “de nada”, un “no hay de qué” o una sonrisa (cuán mágica herramienta humana, esta última que abre puertas, facilita relaciones y reconforta corazones).
Cariños y sonrisas
Irene


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Cariños y sonrisas