Hay quienes viven en medio de un desierto y no experimenta jamás sentimientos de soledad.
Otros están rodeados de personas y, sin embargo, se sienten absolutamente solos en el mundo.
A veces llamamos soledad a ese vacío interior que no se llena con nada.
A veces sentimos que dentro de nosotros hay un abismo profundo y deseamos que alguien nos rescate.
En realidad, la soledad que duele es aquella en la que no contamos ni siquiera con nosotros mismos. Nos tratamos como enemigos. Experimentamos sentimientos de abandono y desvalimiento. No confiamos en lo que somos capaces de hacer y nos parece como si la vida fuera un huracán y nosotros apenas una hoja que vuela al capricho.Otros están rodeados de personas y, sin embargo, se sienten absolutamente solos en el mundo.
A veces llamamos soledad a ese vacío interior que no se llena con nada.
A veces sentimos que dentro de nosotros hay un abismo profundo y deseamos que alguien nos rescate.
En este caso el problema no es la soledad, sino la falta de conexión con nuestros propios deseos.
Ahí donde debería estar un sueño, habita un miedo. Ahí donde debería estar el esfuerzo, habita una voluntad de renuncia.
No necesitamos que otro nos rescate. Lo que requerimos con urgencia es cambiar la forma en que nos vemos.
Solo cada se salva a sí mismo y lo logra a partir de tenacidad y lucha.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas