Como en el caso de la culpa el perdón es unos de los pilares fundamentales de nuestra cultura y filosofía judeo-cristiana.
Son dos conceptos que están íntimamente relacionados ya que como hemos visto anteriormente todos nacemos culpables por el pecado original, lo primero nada más nacer es solicitar el perdón a través del bautismo.
Dentro de nuestra cultura hay dos puntas, estas se ven representadas por el antiguo y nuevo testamento.
El Antiguo Testamento nos daría el mensaje de un Dios poderoso que no perdona una falta y castiga.
El Nuevo Testamento nos llevaría al otro extremo por que el que si alguien nos agrede no solo lo perdonamos sin plantearnos el agravio sino que “debemos poner la otra mejilla”. Ambos conceptos están muy mezclados, y aparecen en numerosos mandatos internos, pero sobre todo el primero deja muy enganchado al que lo sufre, la incapacidad de perdonar una ofensa y elegir vivir en el rencor a pasar página, conlleva un desgaste psicológico muy grande y en algunos casos va royendo el alma poco a poco hasta que la destruye.
En definitiva la cuestión es elegir vivir en un calvario o elegir realizar los duelos necesarios para perdonar las ofensas y vivir libres y felices.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas