La felicidad está en la armonía y ella está en todos lados.
Solo hay que silenciar un poco las exigencias creadas en nuestra mente.
Todo cambia permanentemente, todo fluye y si nosotros nos ponemos tensos y nos resistimos, sólo vamos a encontrar sufrimiento.
Desde una visión más centrada y realista, podemos asumir que muchas veces vamos a toparnos con dificultades o cosas que no nos gustan, pero que eso también forma parte del camino.
La conexión con nosotros tal vez nos revele que estamos aquí para ser felices exactamente como somos ahora y con lo que tenemos.
Pero también para hacer felices a los demás.
En la mayoría de las tradiciones espirituales, el servicio es un paso necesario para alcanzar una felicidad más estable y duradera.
No se trata de renunciar a lo que buscamos individualmente.
Se trata de tener una actitud, una atención especial.
Poder cambiar algo en nuestra cotidianidad, por pequeño que sea, para que los otros sean un poco más felices.
Todo lo que logramos no es nada si no podemos beneficiar a otros.
Entonces, a la hora de empezar a diagramar nuestros objetivos, podemos tener en cuenta dos aspectos:
1.- intentar ver la totalidad, dejar de lado el enojo -con los demás y con nosotros mismos-, y buscar el equilibrio cuando las cosas no salen como queremos.
2.- pensar en los demás. Ser más amables, más pacientes, escuchar, tener más cuidado con lo que decimos, ponernos en el lugar del otro y ver qué necesita.
Esto es paso a paso, no esperemos que los cambios se den de golpe.
Está en nosotros ir buscando la armonía.
Cada instante sucede al anterior y puede cambiar en algo al que viene después.
La llave está en poder corrernos un poco de las expectativas egocéntricas que solo generan ansiedad y no nos traen la satisfacción que esperamos.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas