Una situación clásica de impacto emocional, es el desánimo que nos causa recibir una negativa. A nadie le gusta que le digan que no.
Tanto si se trata de una propuesta sentimental como de una petición de ayuda a un amigo, vivimos el “no” como una negación de toda nuestra persona, en lugar de restringirlo a la cuestión planteada.
Casi siempre lo sobredimensionamos!!!
En Estrategias para el Optimismo, Doris Wolf y Rolf Merkle explican cómo nos podemos entrenar para este tipo situaciones. Así es posible vivir de forma optimista. En su libro, ofrecen el siguiente ejercicio de visualización a partir de un caso práctico, diseñado para un vendedor de seguros que había caído en una pequeña depresión tras varias semanas sin lograr vender. Esto le sirvió al vendedor para encajar los “no” de sus posibles clientes sin que por ello se sintiera un fracasado y vale para todos los casos de la vida:
1) Cambiar los pensamientos negativos del tipo “seguro que el siguiente cliente también me va a decir que no, y es que soy un mal vendedor” por otros más positivos. Porque ¿quién dice que la vez siguiente no va a ser mejor?
2) Analizar los pensamientos de forma realista, por ejemplo: “Si antes he vendido seguros, ahora puedo hacer lo mismo, pues no depende de mí, sino del mercado. No siempre se puede tener éxito. En el mundo de las aseguradoras existe un porcentaje de ventas”.
3) Practicar el visualizarse a sí mismo en determinada situación antes de llevarla a cabo. Por ejemplo, imaginándose delante del teléfono pensando: “Voy a llamar al siguiente cliente: si no le vendo un seguro no debo preocuparme, pues a mis colegas les pasa lo mismo. Unas veces se vende, otras no. Si no es hoy, será mañana”.
4) Escribir el siguiente texto, llevarlo siempre encima y leerlo cuando sea necesario: “Yo determino cómo me encuentro y comporto. Yo tengo el control sobre mí mismo y sobre mi vida. No tengo el control sobre los demás o los acontecimientos, pero decido cómo reacciono ante ellos”.
5) Romper con la pasividad, pues las palabras sin actos no sirven de nada. Por lo tanto, es importante demostrar que realmente se tiene el control sobre uno mismo, la vida y la situación.
6) Aumentar la confianza en uno mismo, pues no nos comportamos según nuestras capacidades sino según la idea que tenemos de las mismas. Por ejemplo, si creemos que somos poco inteligentes, nos comportaremos como tales. Nuestra actitud ante nuestras capacidades determina lo que hacemos y lo que conseguiremos en la vida. Es imprescindible, por tanto, para ser optimistas superar los propios límites. Decirse a uno mismo: Se trata de cambiar el discurso “no puedo” por “un momento, lo intento. “Soy capaz. Consigo lo que me propongo”. Antes de intentarlo no puedo saber si lo puedo hacer o no. Que una vez no me haya salido bien no significa que siempre sea así. Lo que cuenta es intentarlo”.
7) Ser consciente de las propias capacidades. Hay que anotarlas, aunque cueste esfuerzo y añadir nuevas capacidades a la lista a medida que se van descubriendo. Mejorarse.
8) Celebrar los avances, aunque sean pequeños, por ejemplo, diciéndose a uno mismo: “Lo he hecho muy bien. He dado el primer paso. He avanzado un paso más”. Eso te refuerza!!! Al final, se trata de asumir que la vida está llena de bajadas y subidas, de retrocesos, paradas y avances, por lo que hemos de aprender a fluir con cada cambio. El cambio en la vida está siempre presente. El psicólogo Xavier Guix, especializado en comunicación y Programación Neurolingüística, dice: “Es un error condicionar la felicidad a una vida sin problemas, porque vas a conocer pocos momentos así. Hemos de aprender a estar bien en la calma y en el conflicto, en todas las situaciones que nos traiga la vida”.
Por todo ello existen dos reglas para vivir según el doctor Wayne Dyer
1. No sufras por pequeñeces
2. Todo son pequeñeces Carinos y sonrisas Irene
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Cariños y sonrisas