Cuando la preocupación afecta al cerebro de manera intensa porque llevamos semanas o meses supeditados a ciertos pensamientos, podemos empezar a notar hechos como los siguientes:
- Fallos de memoria.
- Problemas de concentración.
- Dificultad para tomar decisiones.
- Problemas para comprender mensajes, textos, etc.
¿Cuál es la solución para dejar de preocuparnos?
En realidad, la clave no está en dejar de preocuparnos. La respuesta está en aprender a preocuparnos mejor.
De lo contrario, tal y como nos explican en un estudio llevado en la Universidad de Cambridge por el doctor Ernest Paulesu, corremos el riesgo de derivar en un trastorno de ansiedad generalizada.
Para lograrlo, para aprender a preocuparnos mejor es adecuado recordar los consejos del destacado psicólogo Albert Ellis:
Analiza tus pensamientos irracionales. Aunque no lo creas, cerca del 80 % de tus preocupaciones son desmesuradas y no tienen una base lógica
Habla sobre tus emociones, ponles nombre, desahógalas, sácalas a la luz. Es posible que te estés preocupando en exceso por tu trabajo porque, en realidad, te sientes insatisfecho, porque no eres feliz, porque no te satisface.
Profundiza en esas ideas. No tomes decisiones basándote solo en tu estado de ánimo.
Antes de decidir y actuar, aplica la calma y pasa cada pensamiento por el filtro de la razón.
Las emociones son importantes, pero si estas se juntan con el razonamiento pausado y centrado, actuarás siempre con mayor acierto.
Aprendamos a ser más proactivos. Evitemos caer en esos ciclos de sufrimiento y hagamos uso de enfoques más saludables y razonables.
En caso de no lograrlo, no dudemos tampoco en contactar con profesionales especializados.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas