lunes, 5 de marzo de 2012

El sentido de la vida para Viktor Frankl

Encontré una publicación de la Universidad de Sevilla, España, de Julio del 2006  sobre el psiquiatra y psicólogo Viktor Frankl que me gustó y quiero compartirla con ustedes:
El decía: "No hay nada en el mundo que capacite tanto a una persona para sobreponerse a las dificultades externas y a las limitaciones internas, como la consciencia de tener una tarea en la vida"
"Quien tiene un por qué para vivir, encontrará casi siempre el cómo"
Nietzsche
Estas palabras iniciales nos muestran el pensamiento de Frankl y la esencia de la terapia desarrollada por él: la Logoterapia.
Viktor Emil Frankl nació en Viena el 26 de marzo de 1905. Desde muy pequeño mostró una gran inteligencia y sensibilidad. En su autobiografía relata cómo a la edad de cuatro años se despertó una noche sobresaltado con la idea de que él algún día moriría. A partir de ese momento empezó a preguntarse acerca del sentido de la vida y a interesarse en cuestiones filosóficas. También desde niño Frankl manifestó su deseo de ser médico, diciendo siempre que su modo de ejercer la profesión sería distinto, porque no iba a recurrir demasiado a los fármacos (Bazzi y Fizzotti, 1989).
Con la primera guerra mundial y el hundimiento del Imperio, la familia Frankl sufrió una grave crisis económica. Después de Viktor había nacido otro hermano y una hermana. Los tres niños tuvieron que mendigar el pan y quizá robaron calabazas por los campos.
En la adolescencia, se interesó por las ciencias naturales y la filosofía, que para él definían el modo de entender y afrontar la vida.
En la adolescencia, Frank se interesó por los cursos de psicología experimental de la Educación Secundaria y se carteaba con Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. Por desgracia, todas las cartas y postales se la confiscó la Gestapo cuando ingresó en el campo de concentración.
Frankl ingresa a la Escuela de Medicina y decide que tiene las cualidades necesarias para hacerse psiquiatra.
En 1937 Frankl abre su consulta privada, y continúa comprobando sus ideas, la búsqueda del sentido de la vida.  A principios de 1942 se casa con Tilly, una joven judía que conocía desde hacía tiempo. Pero para noviembre de 1942 sobrevino el apresamiento por parte de la SS (APA Monitor, 1997). Sólo su hermana se salva por haber obtenido el visado para ir a Australia. Es separado de su esposa y recuerda que en los momentos más duros de la deportación evocará el amor por Tilly como una inmensa reserva de significado.
El período de cautiverio duró dos años y medio. Con el número de matrícula 119104, Frankl, privado de toda identidad, conocerá los horrores de Theresienstadt, Kaufering, Türkheim y Auschwitz. Sus padres, su esposa y su hermano murieron. Había llegado el momento de verificar en sí mismo la validez de su tesis principal, esto es, que el hombre para vivir tiene sobre todo necesidad de sentido.
"Me encontraba solo con mi existencia literalmente desnuda" dice Frankl, despojado de sus seres queridos de su profesión, de sus pacientes, de su querido hospital, de su hogar, de todas sus pertenencias.
Todo su sentido anterior estaba perdido en ese momento….y apareció un nuevo sentido: ¡Sobrevivir! y se propuso aprender algo de aquél terrible lugar para después ponerlo al servicio de la humanidad.
No era nada fácil cumplir sus propósitos. Comiendo solo un plato de caldo aguado y una pequeña ración de pan, trabajando largas jornadas en climas extremosos - fríos de 20° bajo cero- y todas las carencias imaginables, presenciando atrocidades, enfermedades y muertes día tras día, Frankl se apoyó en varios aspectos para lograr sobrevivir:                
1. La experiencia del amor: El amor que sentía por su familia y por su esposa le daban la fuerza para continuar luchando. Así, escribiría después, "el amor es la meta más elevada y esencial a la que puede aspirar el ser humano…la plenitud de la vida humana está en el amor y se realiza a través de él".
2. La naturaleza -esperaba con ansia el momento del atardecer en el Bosque Bávaro- y eso daba sentido a su día.                                             
3. La experiencia del arte -se reunían en los pocos ratos libres a recitar poesías, a cantar o recordar obras de teatro.                                            4. El sentido del humor fue también un elemento importante para la supervivencia: contaban chistes y se reían de la alegría que les daba oír las sirenas que anunciaban bombardeos, porque eso les autorizaba interrumpir el pesado trabajo.                                                                   5. El sentido del pasado: no para quedarse en él, sino para poder soportar la pobreza espiritual del aquí y del ahora, enriqueciéndolo con vivencias anteriores.                                                                                                6. la vivencia de la espiritualidad: Oraba cotidianamente y en la barraca, cuando era posible, rezaban en grupo y cantaban salmos. Para Frankl, la oración es un diálogo íntimo con el más íntimo de los amigos.

Realmente, vale la pena conocer la vida y la filosofía de este gran hombre, que nos enseña que por muy duros que sean los momentos que podamos vivir, siempre la vida tiene un sentido que hay que buscarlo, apoyados en estos aspectos que él enumera.                                         Cariños ysonrisas                                                                                          Irene                                                


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