1. Conocer el problema: Obviamente, el primer paso para resolver una situación es conocerla y reconocerla, analizarla. ¿Qué es exactamente lo que nos hace seguir guardando rencor?
2. Dejar salir esos sentimientos: Compartirlos. Hablar del daño con la persona que lo provocó y, si no es posible, con otra persona que esté dispuesta a escucharnos. Abrir la ventana para que se refresque un poco el alma…
3. Empatía: En la medida de lo posible, intentar ponerse en el lugar de quien nos hirió. No para justificarlo, sino para comprenderlo.
4. Aceptación: Uno ha de curarse. No importa si quien nos hirió ni se acuerda de que lo hizo o si, por el contrario, vive con el remordimiento a cuestas. Importa lo que está en nuestra mano, que es lo que sentimos nosotros. Tanto si nos piden disculpas como si no; si nos dan una explicación como si se la guardan. Nuestra decisión de curarnos no estará condicionada por lo que la otra persona haga al respecto..
5. Dejar de recrearse en el dolor: Una vez que se ha decidido seguir adelante y curarse, no hay que remover la herida ni escarbar. (Lo mismo que con una herida física.) Si aparece el asunto en una conversación, por ejemplo, lo sano es cambiar de tema.
6. Quedarse con lo positivo: Incluso de las experiencias más desgarradoras puede sacarse algo bueno. Si se trata de un aprendizaje, ya ha habido un beneficio, que en este caso nos ayudará a comprender mejor otras situaciones en un futuro. Esta actitud también ayuda a liberarse del resentimiento, pudiendo llegar al siguiente paso…
7. Dejar marchar el dolor: Cuanto más tiempo esté el rencor en nuestra alma, más difícil es el perdón. El rencor nos priva de momentos de felicidad, de paz interior y, por el contrario, puede generar un desasosiego que no le haga ningún bien a nuestra salud. Si ya sufrimos en el pasado, ¿por qué tenemos que seguir haciéndolo? Ésa es la mejor razón para abrirle definitivamente la puerta de salida al rencor.
8. Perdonar: Perdonar no es lo mismo que olvidar. Si llevamos a cuestas un dolor muy intenso, no lo olvidaremos fácilmente pero el tiempo ayudará a que la herida cicatrice. Perdonar consiste en dejar de pensar en el daño que nos hizo otro. Nadie es perfecto y otras personas tendrán que hacer esto mismo por nosotros: olvidar la ofensa, sanarse, caminar en paz.
Quedemos con la última fase: el perdón. Todos tenemos algo que perdonar y por lo que ser perdonados. Dejar de pensar en el dolor para que, poco a poco, la paz nos ilumine. Así es como el rencor desaparece.
Espero que los ejerciten, porque nada hace más daño que el rencor, porque se revive constantemente lo que nos hirióCariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas