1.Plantear cuáles son los objetivos a corto, medio y largo plazo. Decía Saint-Exupéry: «Haz de tu vida un sueño y de tus sueños una realidad». Revisemos nuestra lista de vez en cuando, nos sorprenderá comprobar cuántos objetivos se van cumpliendo.
2.Centrarse en lo que tenemos y valorarlo. Cuando nuestra atención se centra en aquello que no poseemos, el resultado es el sufrimiento, el resentimiento y el dolor. Hay una frase de Marco Aurelio que dice: «De las cosas que tienes, escoge la mejor y luego precisa cuán ardorosamente lucharás por conseguirla en caso de carecer de ello».
3.Nadie sabe de cuánto tiempo dispone para vivir. Lo que sí sabemos es que estas veinticuatro horas que componen el día de hoy no vuelven. Reflexionemos si estamos dispuestos a desperdiciar estas veinticuatro horas únicas e irrepetibles con disputas o malos rollos.“Exprime el jugo de cada día y disfruta hasta la última gota”.
4.Evitar compararse con los demás. De este modo, eliminaremos la posibilidad de volvernos engreídos/as o vanidosos/as si al compararnose nos encontramos mejor que los demás, ya que esta actitud de superioridad nos creará problemas de relación. Si, por el contrario, al compararnos nos encontramos inferiores, nos amargaremos. Recordemos que somos únicos/as, irrepetibles y, por tanto, incomparables.
5.Procurar llevarse bien con la gente. Es el mejor antídoto contra la soledad. Recordemos que en lo afectivo recogemos lo que hemos sembrado. Si un agricultor siembra papas, es imposible que recoja frutillas. Puede que, en alguna ocasión, la siembra se malogre porque ha caído una granizada y ha acabado con parte de la cosecha, pero esto no deja de ser una excepción. Es posible que cuando sembremos afectos también caigan en corazones estériles que no respondan a nuestros afectos, pero serán las excepciones.
6.Actúemos siempre según nos dicta nuestra conciencia, al margen de si los demás lo valoran o no. De este modo, nuestra conciencia estará tranquila y siempre nos quedará la valoración interna, que es la más valiosa. No hay nada mejor que sentirse en paz consigo mismo.
7.La crítica y la recriminación tiñen el día de enojo. Por eso, proponemos un juego. El juego consiste en convertirse en buscador de lo bueno. Igual que un detective busca minuciosamente y con lupa las huellas de un crimen, busca las huellas de la bondad a tu alrededor. Nos sorprenderá ver cuántas cosas buenas nos están pasando completamente desapercibidas.
8.Desarrollar una conciencia de salud. El bienestar físico es una fuerza poderosa para conseguir cualquier tipo de meta. Pensemos cada día algo que podamos hacer para cuidar y beneficiar nuestro cuerpo. Pongámoslo en práctica.
9.No nos escudemos en la suerte: ésta, en gran medida, depende única y exclusivamente de nuestras actitudes. Si nos encuentramos a gusto con nostros mismos, nos sentiremos merecedores de que nos ocurran cosas buenas, empezaremos a vibrar con una energía positiva y sucederán los pequeños milagros. Cuando las cosas no nos salgan como queríamos, recurramos al sentido del humor en la medida de lo posible. Churchill decía: «La imaginación consuela al hombre de lo que no es y el sentido del humor le ayuda a aceptar lo que en realidad es».
10.Abramos las puertas a la espiritualidad: meditemos, reflexionemos y todo será más armonioso. Pensemos que la felicidad no es algo pasivo. Del mismo modo que eliminamos la suciedad de nuestro cuerpo y nuestras casas, es necesario hacer cierto trabajo de depuración de nuestras mentes. Esta labor de higiene mental encuentra en la meditación y la reflexión un medio idóneo.
¡Seamos felices! y hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas