Estrés y ansiedad versus una buena vida

Como seres humanos tenemos una increíble capacidad para adaptarnos a las más inauditas circunstancias. Quizás no sean exactamente nubes negras que nos llueven sólo a nosotros, sin embargo podemos ir gradualmente convirtiendo esos fenómenos que desde otro punto de vista

son inauditos (tanto o más que una nube negra que nos llueve individualmente). 

Por ejemplo, podemos ir convirtiendo en normales la agresividad, la violencia y la ansiedad en nuestras vidas; puede ser que hayan sido fenómenos extraños en un comienzo, pero cuando se vuelven habituales, terminamos creyendo que son el único modo de vida posible o que ese 

es el modo de vida que nos tocó vivir y que no hay alternativas. 

Así ocurre en especial con la ansiedad y estrés de nuestro tiempo.

La continua ansiedad puede irse transformando en un habitante silencioso en nuestras vidas, a tal punto que consideramos normal vivir en condiciones de sobresalto emocional, trabajar bajo presión o ser parte de relaciones donde la tensión y la agresividad predominan. En este 

caso puede parecer extraño o incluso increíble que en algún momento podamos llegar a vivir una vida más serena y con sentido.

Podemos estar tan acostumbrados a la ansiedad y al estrés que nos cuesta creer que podamos vivir de otra manera, y así terminamos naturalizándolo como nuestro modo de vida, pudiendo 

incluso creer y justificar que no es posible vivir de otro modo. 
Vislumbrar un modo de vida donde predomine el bienestar y el amor puede que nos parezca 
fuera de toda posibilidad, pero ésta es una realidad  que se va construyendo y son posibles 
más y mejores alternativas. 
Cultivar una buena vida no es sólo algo deseable, sino que es algo completamente posible, 
aunque requiera esfuerzo y la necesidad de hacer algunos cambios. 
Es un modo de vida que puede irse construyendo paso a paso, en conjunto con nuestras

familias, amigos y comunidades. 
Cariños y sonrisas
Irene