jueves, 30 de agosto de 2018

A VECES, LA MEJOR MANERA DE AYUDARSE A SÍ MISMO ES AYUDANDO A LOS DEMÁS

En realidad cuando ayudamos a los demás, estamos ayudándonos a nosotros mismos.
Sabemos que cuesta lo mismo servir, ayudar y apoyar a la persona que lo necesita que el no hacerlo. 
La diferencia solo radica en la intención y la disposición que uno tenga ante la vida.
¿Porque cuesta lo mismo? 
Porque en sí, el ayudar o no hacerlo son oportunidades personales que fortalecen el carácter y mejoran el autoestima propio que si se hacen bien por uno y si no pues no pasa nada, o quizá solo se pierde una buena ocasión para sentirse mejor.
Ya sea que elijamos ser voluntario en un refugio local, visitemos un asilo de ancianos o enviemos un regalo inesperado a alguien que lo necesite, iluminar el día de otra persona tiene un efecto expansivo. 
Las buenas vibraciones son contagiosas. 
Llevar alegría a otros puede llenarnos con esa misma alegría y positividad, que incluso, salió de nosotros.
Ayudar a las personas, brindar apoyo, cooperar con las organizaciones, etc., son actos buenos que mejoran la calidad de vida en general. 
Pero mas allá de ser una buena acción, estas gestiones benefician directa e inmediatamente a la persona que los realiza.
Cariños y sonrisas
Irene



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Cariños y sonrisas