Si lo que estamos buscando es cambiar nuestra rutina y comenzar a hacer pequeños ajustes en el día a día para alcanzar mayor bienestar emocional, aquí un par de actitudes que pueden enriquecernos.
El ser agradecido nos permite sentir más emociones asociadas a la felicidad, nos ayuda a recuperarnos más rápido de alguna emoción “negativa”, nos brinda más calma, menos ansiedad, más alegría.
Incrementar los momentos donde podamos conectarnos con la gratitud será muy beneficioso para nosotros, tanto a nivel físico como psíquico.
Si nos concentramos en mirar a nuestro alrededor qué cosas son las que sí funcionan, qué fue lo bueno que ha sucedido en el día, en nuestro entorno, en nuestra familia, en nuestra vida en general, vamos a sentirnos mejor, más afortunados y estaremos potenciando una emoción positiva muy poderosa que desplegará otras.
Hay que saborear nuestros pequeños momentos de gloria, pasar al menos un minuto pensando y disfrutando aquello que hemos logrado o ha salido bien. Un regalo que nos han hecho, salir de nuestra casa y encontrarnos inmediatamente con un taxi que necesitábamos, la ayuda de alguien desconocido, pequeñas situaciones de la cotidianeidad que pueden sentirse extraordinarias si le dedicamos el tiempo necesario para disfrutarlas y valorarlas.
Mientras más pensamos en algo, mientras más emociones intensas genere, mayores las posibilidades de imprimir en nuestro cerebro de manera permanente esa satisfacción.
Básicamente, estás brindándole la oportunidad a nuestro cerebro de rearmarse para la felicidad.
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Cariños y sonrisas