Es la capacidad de dejar ir. De rendirse.
De dejar que la vida y el universo sigan su curso libremente.
Es la capacidad de fluir con la realidad en lugar de ir contracorriente.
Es saber aceptar las cosas que no puedes cambiar y dejarlas marchar.
No estamos diciendo, ni mucho menos, que dejemos de luchar.
Al contrario, tenemos que seguir dándolo todo, en todo momento.
Tenemos que continuar persiguiendo nuestros objetivos y nuestros sueños. Tenemos trabajar duro por lo que queremos, y jamás debemos renunciar a nuestros proyectos e ilusiones.
Pero debemos poder hacerlo sin apegarnos, sin aferrarnos, sin obsesionarnos, sin volvernos adicto y, por supuesto, sin sufrir.
Porque, cuando logramos desapegarnos, dejamos, automáticamente de sufrir.
Y entonces nos damos cuenta de que nuestro cuerpo recupera toda su energía, que nuestra mente elimina de un plumazo sus miedos y limitaciones, y que nuestra alma vuelve a estar en armonía con su Esencia.
En ese momento, dejamos de sentir miedo, estrés, preocupación, ansiedad, frustración, tristeza…
Y todo ello deja paso a sensaciones de alegría, tranquilidad, armonía y plenitud.¿Cómo es eso posible?
Para entender y aplicar el desapego en nuestra vida tenes que llegar a un punto en el que nos importa muy poco lo que tiene relación con lo material y con el ego.
Sonará muy radical, pero así es, porque el desapego es un concepto espiritual, muy espiritual.
EL EGO O CARÁCTER NO somoS nosotros. NI TAMPOCO nuestro CUERPO.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas