Podemos generar estos problemas en nuestros niños diciéndoles que son torpes, malos o unos pesados, así como aireando sus problemas ante los demás; esto destruye la autoestima infantil.
La humillación ya sea pública como privada es una estrategia que no es nueva pero que muchos padres (desgraciadamente) emplean para intentar disciplinar a sus hijos, y la más actual es hacerlo en público aprovechando incluso, las redes sociales.
Una forma triste y denigrante de educar a los hijos, que necesitan un buen ejemplo y no una humillación.Las heridas emocionales de la humillación generan con frecuencia una personalidad dependiente.
Además, podemos haber aprendido a ser “tiranos” y egoístas como un mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás como escudo protector.
Haber sufrido este tipo de experiencias requiere que trabajemos mucho nuestra independencia, nuestra libertad, la comprensión de nuestras necesidades y temores, así como nuestras prioridades, .para poder superarlas
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas