Y para desarrollarla la habilidad más importante que debemos desarrollar: Atención Plena y Compasión.
Van de la mano, es cierto, pero ahondar específicamente en Compasión y consecuentemente en Auto-Compasión es muy importante en esta sociedad tan competitiva que vivimos.
Pero definamos antes la Compasión de la que hablo, que poco o nada tiene que ver con el término acuñado de sentir pena por algo o alguien.
Cuando hablamos de Compasión, nos referimos a tomar conciencia de nuestro sufrimiento, darle espacio, permitirlo, y darnos cariño ante nuestro dolor, que puede ser físico, emocional o sentimental. Y que es inherente al ser humano.
Según define el diccionario, la compasión es un sentimiento humano que se manifiesta a partir y comprendiendo el sufrimiento de otro ser.
Más intensa que la empatía, la compasión es el entendimiento del estado emocional de uno mismo o de otro, y es combinada con un deseo de aliviar, reducir o eliminar por completo tal sufrimiento. Es decir, implica acción.
¿De que sufrimiento estamos hablando?
Estrés, ansiedad, tristeza, soledad, depresión, inseguridad, miedo, decepción, impotencia, celos, odio, frustración, ira, vergüenza, obsesión, duelo, injusticia, deseo de querer ser diferentes, no aceptación, necesidad de tener siempre la razón… y un sin fin de cosas más, que diariamente nos provocan sufrimiento a diferentes niveles.
Muchos tipos diferentes de sufrimientos pero en realidad, un solo motivo: querer ser diferentes de cómo somos, querer que las cosas sean diferentes de lo que son o de lo que puedan llegar a ser.
¿Por qué esto afecta todo?. Si no estamos a gustito con nosotros mismos, o nuestro cuerpo, esto nos genera inseguridad.
Y empezamos a creer que no somos lo suficientemente buenos. Y empieza a gestarse el miedo a la soledad y el abandono. Y empezamos a hacer un montón de cosas para compensar y esto nos mete en una rueda de insatisfacción permanente y rechazo. Rechazo a nosotros mismos.
Pongamos un ejemplo. Digamos que no estamos contentos con nuestro cuerpo. ¿Que nos provoca todo esto? Si no estamos satisfechos con nuestro cuerpo, puede que acabemos no queriendo mirarlo mucho.
Es posible que dejemos de comer para luego acabar comiendo en exceso para después sentirnos peor.
E incluso, puede que evitemos hacer ejercicio, para no enfrentarnos a la realidad. Y poco a poco, la ansiedad va creciendo, y extendiendo sus tentáculos a otras áreas de nuestra vida como son nuestras relaciones, entrando en conjeturas e in debemos tener en cuenta la frase de Buda: seguridades.
O en el trabajo, donde esta inseguridad que nos viene acompañando últimamente no nos permite tomar decisiones necesarias que requieren confianza y asertividad y esto contribuye un poquito más a nuestra infelicidad.
O simplemente buscar un trabajo más motivante donde podamos desarrollarnos con más plenitud porque no nos sentimos lo suficientemente buenos.
Nos hacemos una idea, ¿verdad?.
Y ¿por qué somos así?, ¿Cómo hemos llegado esto?
Bueno, no hay una sola respuesta.
Por múltiples razones nuestra autoestima ha ido de mal a peor a lo largo de los años y por lo tanto debemos tener presente la frase de Buda: ‘Tú mismo, tanto como cualquiera en el universo entero, mereces tu amor y afecto.’
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas