Paulo Freire, célebre educador del siglo XX, solía decir que educar debe ser siempre un acto de amor, nunca de dolor. Sin embargo, y esto es algo que vemos muy a menudo, hay quien corrige a sus hijos del modo menos oportuno: a gritos y en público, dejando en evidencia a ese niño e intensificando aún más la emocionalidad negativa.
Todos sabemos que en ocasiones, nuestros niños no se comportan como deben cuando salimos con ellos. Una palabra fuera de lugar, hablar en voz alta molestando a los demás o tocar lo que no deben, hace que muchas veces nos pongamos nerviosos y nos enfademos con ellos. Es necesario detener esa conducta y así lo hacemos.
No se trata por lo tanto de ser permisivos. Se trata de saber frenar algo que está mal pero de forma sabia, adecuada, firme y respetuosa. El reproche y la corrección la haremos en casa y en privado, sin necesidad de público y siempre sin hacer daño.
Basta con entender una cosa. Tampoco a nosotros nos agrada que nos llamen la atención delante de nadie. Que nos corrijan a gritos, que nos digan aquello de «es que no se te puede sacar de casa, no tienes remedio, eres un maleducado«. ¿Qué ganamos con estas frases, con estas expresiones?
Lo que conseguimos es alimentar aún más la negatividad y un círculo vicioso donde tanto el niño como nosotros mismos nos sintamos aún peor. No es lo adecuado, te proponemos reflexionar sobre ello.
papa abrazando hijo
Corregir en público con agresividad: una mala pedagogía
Pensemos por un momento en una situación que se da en demasiadas ocasiones. Maestros y profesores que en ocasiones, corrigen o llaman la atención de sus alumnos del peor modo posible. Frases como «eres un vago», «nunca vas a aprobar esta asignatura» o «eres un negado para las matemáticas» son ejemplos de una mala pedagogía.
Las expresiones que descalifican a un niño en público crean marcas en su tejido emocional.
A largo plazo puede convertirse en una profecía autocumplida. (¿para qué voy a esforzarme si mi maestro dice que soy un negado en matemáticas?)
Una descalificación en público provoca que los demás nos etiqueten del mismo modo (si el maestro dice que Sara es vaga, es que lo es).
A un niño se le puede llamar la atención para que se calle, para que se esté quieto. Tras el mandato, le indicaremos «que más tarde queremos hablar con ellos en privado». No hay necesidad de decir más en público.
Más tarde, como hacen muchos buenos docentes, se les dará estrategias de mejora. Se les motivará para que se comporten mejor, y a su vez, se creará una adecuada cercanía donde el niño pueda expresar sus pensamientos y necesidades.
leon riñendo conejo
El padre o la madre que corrige con agresividad
El padre o la madre que grita y que corrige con agresividad no aplica la Inteligencia Emocional. Se deja llevar por la emoción negativa hasta el punto de intensificar y generar en el niño un sentimiento traumático.
Corregir en público con rabia generará rabia en nuestros hijos hasta el punto de conseguir lo contrario de lo que pretendíamos.
Quien corrige con gritos genera miedo. Este, no es un modo de educar y esa impronta trae consecuencias indeseadas en el desarrollo del niño: baja autoestima, inseguridad, frustración, agresividad…
Corrige en privado, elogia en público
¿Cuándo fue la última vez que elogiaste a tu hijo o hija en público? Puede que hoy mismo, porque es muy posible que también tú sepas lo importante que es demostrarles a nuestros niños que estamos orgullosos de ellos ante todo aquel que nos rodee. Es algo que también hacemos en privado, pero cuando lo propiciamos ante otras personas adquiere una connotación especial para los más pequeños.
Veamos ahora una serie de aspectos que debemos recordar.
Nunca compares a tus hijos con otros niños ¡Hazle sentir que es el mejor!
Hay padres y madres que cometen el error de decir frases como las siguientes ante sus hijos como si estos, no los escucharan. «Tu hijo es más espabilado que el mío», «De todos los hijos que tengo, este es el más lento para todo, no sé qué voy a hacer con él».
Evita estas expresiones. Tienes que darles la vuelta: «Mi hijo es especial, es lo mejor del mundo», «Mi hijo está cada día más guapo y más espabilado, llegará donde él quiera».
mama que corrige buho pequeño
Haz uso de la corrección «positiva»
Corregiremos en privado y de forma adecuada, cercana y empática. Evita ante todo categorizar o ser fatalista (¡Es que nunca vas a aprender a leer!).
Lo ideal es hacer uso de la corrección positiva:
Si te esfuerzas un poco más seguro que lo consigues. Estoy aquí para ayudarte.
Te has portado mal, pero estoy segura de que puedes demostrarme lo bueno y responsable que eres.
Sé que te has equivocado, que has hecho algo mal, pero confío en ti y sé que lo vas a hacer estupendamente.
Quiero que entiendas que lo que has hecho no está bien. Ahora, mamá te va a decir cómo hacerlo mejor para que me demuestres lo increíble que eres.
Pon en práctica estos sencillos consejos y recuerda siempre educar sin miedo. Guía con cariño, respeto y amor para dar al mundo niños felices.
Imágenes cortesía de Sonja Wimmer
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