Es así cómo hemos sobrevivido como especie, «conectando», de ahí que una pérdida, una separación e incluso un simple malentendido haga que salte al instante la señal de alarma en nuestro cerebro.
Desde un punto neurológico cabe decir que empiezan a liberarse al instante las hormonas del estrés, conformando en muchos casos lo que se conoce como «el corazón roto«.
No solo se experimentan el dolor por la falta del ser amado.
Se siente una pérdida de energía, de aliento vital.
Es como si todo el amor dado, todas las esperanzas y afectos dedicados a esa persona se hubieran ido también, dejándolos vacíos, yermos, marchitos…
Según un estudio llevado a cabo en la University College London, existen ciertas diferencias entre hombres y mujeres a la hora de afrontar una ruptura afectiva. La respuesta emocional parece ser muy distinta.
Las mujeres sienten mucho más el impacto de la separación, sin embargo es común que se repongan antes que los hombres.
Ellos, por su parte, suelen aparentar estar bien, se visten con la máscara de la fortaleza refugiándose en sus ocupaciones y responsabilidades.
Sin embargo, no siempre logran superar esa ruptura o tardan años en hacerlo.
¿La razón? El sexo femenino suele disponer de mejores habilidades para gestionar su mundo emocional.
Facilitar el desahogo, buscar apoyo y afrontar lo ocurrido desde una perspectiva donde se halla el perdón y la actitud de pasar página suele hacer las cosas más fáciles.
Y entonces… ¿nos daremos permiso para volver a amar de nuevo si lo único que habita en nuestro interior es el polvo de un mal recuerdo?
Mañana lo veremos cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas