La paciencia es un rasgo de personalidad madura.
Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que
las cosas sucedan ya que piensan que a las cosas que no dependen estrictamente
de uno hay que darles tiempo.
La persona paciente tiende a desarrollar una
sensibilidad que le va a permitir identificar los problemas, contrariedades,
alegrías, triunfos y fracasos del día a día y, por medio de ella, afrontar la
vida de una manera optimista, tranquila y siempre en busca de armonía.
Es necesario tener paciencia con todo el mundo,
pero, en primer lugar, con uno mismo.
Paciencia también con quienes nos relacionamos más
a menudo, sobre todo si, por cualquier motivo, hemos de ayudarles en su
formación, en su enfermedad. Hay que contar con los defectos de las personas
que tratamos –muchas veces están luchando con empeño por superarlos-, quizá con
su mal genio, con faltas de educación, suspicacias... que, sobre todo cuando se
repiten con frecuencia, podrían hacernos faltar a la caridad, romper la
convivencia o hacer ineficaz nuestro interés en ayudarlos. El discernimiento y
la reflexión nos ayudará a ser pacientes, sin dejar de corregir cuando sea el
momento más indicado y oportuno. Esperar un tiempo, sonreír, dar una buena
contestación ante una impertinencia puede hacer que nuestras palabras lleguen
al corazón de esas personas
Seamos pacientes, que les aseguro, les ayudara a vivir.
Cariños y sonrisas
Irene.
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Cariños y sonrisas