Nuestro nivel de felicidad aumenta cuando, de verdad, valoramos más nuestros motivos de buena suerte y damos menos importancia a aquello que nos falta.
Agradecer es simplemente un acto de reconocimiento y apreciación por lo bueno que sucede en la vida, y puede hacerse a Dios, al Universo, a otra persona o a uno mismo.
Cuando dedicamos un tiempo diario a agradecer, experimentamos lo bueno que hay en nuestra vida, y se genera en nosotros una mentalidad abundante.
Dicho de otro modo, pasaremos de ver el vaso casi vacío a verlo bastante lleno.
Hacerlo nos proporcionará la energía necesaria para atraer más cosas buenas y positivas a nuestra vida.
Para fomentar la rutina de la gratitud como un valor prioritario podemos comenzar cada día o terminarlo enumerando tres razones por las que queremos dar gracias a la vida.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas