Imaginemos, por ejemplo, que alguien ha sido maleducado con nosotros en la cola de un banco.
Antes de responder con toda la artillería, pensemos quién tiene el problema: ¿ él o nosotros ?
Si es la otra persona quien está de mal humor, enojado, etc. lo más probable es que hubiera tenido esa misma actitud con cualquiera, es decir, el ataque no iba dirigido a nosotros personalmente.
Este cambio de perspectiva, nos situará fuera de su zona de tiro y nos ayudará a encontrar una respuesta menos explosiva.
La mejor defensa no es un ataque : Los estallidos verbales solo avivan más el fuego.
Si el comportamiento poco ejemplar de nuestro interlocutor saca lo peor de nosotros, nosotros también saldremos malparado, entre otros motivos, porque luego no nos sentiremos orgulloso/a de nuestra conducta .
" Estar enojado es como tener en la mano un carbón candente con la intención de tirárselo a alguien. Quien se quema eres tú, decía Buda.
Calmemos las aguas : En lugar de sentirnos atacados y desenvainar la espada, tendamos la mano.
Imagina que alguien nos reprocha algo de malas maneras, una buena forma de apaciguar los ánimos es preguntar a nuestro interlocutor que es lo que podemos hacer para mejorar la situación.
Este gesto predispondrá a la persona que tenemos en frente a adoptar un tono más conciliador, ponerse en nuestro lugar y buscar soluciones conjuntas.
Restémosle importancia: Que se nos haga un agravio no significa nada, a menos que insistamos en recordarlo , advertía el filósofo chino Confucio .
Tratemos de aclarar las cosas cuanto antes y de olvidarlas sin rencor.
Si no lo único que logramos es sufrir cada vez que recordamos el incidente.
Carinos y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas