sábado, 29 de septiembre de 2012

La Furia y la tristeza

A veces nos cruzamos con personas malhumoradas que sentimos que nos atacan. ¿Qué les pasa?, ¿Por qué nos hablan de esta manera si no les hemos hecho nada? Es más, ¡ni tan siquiera las conocemos!
Detrás de ese malhumor se esconde una profunda tristeza y se exterioriza con el disfraz de la furia. Cuando vemos o nos encontramos con una persona que esta triste la entendemos y podemos sentir simpatía o empatía. Pero una persona con furia nos da rechazo, porque nos hace pensar que es agresiva e instantáneamente nos alejamos de ella. ¡Qué diferente trataríamos a esa persona y nos sentiríamos cerca de ella sabiendo que a través de la furia esa persona está exteriorizando una profunda tristeza!
Podemos ser más “duros” o más “blandos”, llevar máscaras para protegernos y cubrirnos para salir fuera y relacionarnos con el mundo exterior. Pero.., ¿hasta qué punto nos ayudan esas máscaras? ¿Acaso estando enfadados con nosotros mismos y el mundo solucionamos el problema de nuestra tristeza?
Es importante dejar al desnudo la furia y dejar que la tristeza florezca y nos permitamos sentirla. En ocasiones, las personas intentamos cambiar una emoción por otra en vez de quedarnos con ella, porque no nos gusta sentir lo que ella nos produce. Sin embargo, hacerlo nos evitará trabajar en el proceso emocional de sanación.
Detrás de la ira y el malhumor existen muchas otras emociones como miedo, preocupación, culpa, rechazo, incertidumbre, decepción, injusticia y dolor. Cuando suframos un arranque de ira o malhumor tratemos de tomarnos una pausa, respiremos profundo y experimentemos cómo se vive ese sentimiento en todo nuestro cuerpo sin evadirlo ni juzgarlo. Luego, cuando estemos más tranquilo, preguntémonos: ¿Qué hay detrás de esta furia?. ¡Nos sorprenderá de lo que encontraremos...
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene

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Cariños y sonrisas