Hagamos un alto. Quítense los audífonos en este momento, dejen la computadora.
Olvídense de todo lo pendiente y las juntas.
Cierren los ojos y respiren muy profundamente.
Ahora piensen ¿cuántos momentos así nos damos al día?
Tristemente, la mayoría de nosotros responderá que pocos o ninguno.
Nos olvidamos de nosotros mismos por las múltiples ocupaciones que tenemos en nuestro haber diario, y cuando menos cuenta nos damos, nos sentimos perdidos y terriblemente solos.
Como si necesitáramos urgentemente un respiro que no podemos darnos por lo urgente. Queremos correr, huir lo más rápido que podamos de nuestra rutina y no dar marcha atrás.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas