Convirtamos nuestro desayuno (en casa o en la cafetería) en un ritual precioso que nos llena de energía.
Hay que disfrutarlo como una ofrenda que nos hacemos haces a nosotros mismos antes de abrir la ventana al mundo: en la lectura del periódico o las noticias en la televisión, el clima en la calle o las personas con las que nos cruzamos cada día.
Apreciemos nuestro desayuno como la energía que nos da la fuerza y suaviza nuestra mirada sobre los acontecimientos del día.
Demos gracias todas las mañanas por tenerlo, porque no todo el mundo puede cumplir este ritual.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas