De muchas maneras, todos guardamos profundamente en nuestro
corazón, el recuerdo grato de algo o alguien que será inolvidable en nuestra
vida.
Hay quienes, por desgracia, conservan el mal gasto
emocional de un recuerdo que los sigue atormentando, como tóxico que
deshace su alma, y viven lamentando ese pasado. Aquí lo inolvidable se
hace cruel porque se piensa que, al no haber sabido perdonar, ciertas cosas no
se olvidarán nunca y esa es una forma triste de permanencia.
Hay otros, en cambio, que atesoran los recuerdos mágicos que
un día les acontecieron y no permiten que mueran, porque saben que si lo
hicieran ellos también morirían un poco.
Nadie, sin embargo, puede evitar el tener una mezcla de
recuerdos buenos y malos, lo que simplemente nos hace entender que la vida es
así: recuerdos buenos y recuerdos malos.
No vivir
atormentados por unos y disfrutar el haber experimentado los otros, es lo que
da sentido y equilibrio a nuestra vida.
Es saber que las rosas también
tienen espinas y que si así no fuera, no seríamos capaces de distinguir la
felicidad de la infelicidad.
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Cariños y sonrisas