jueves, 6 de julio de 2017

LA MADRE AUTORITARIA QUE QUIERE QUE SU HIJO SEA PERFECTO



Algunas mujeres quieren parecerse a su madre pero muchas desean ser diferentes, porque no quieren que sus hijos sufran como ellas.

El problema es que esperamos demasiado de una madre, porque al final de cuentas es un ser humano como todos, con defectos y con virtudes.

Las madres, en general, les brindan a sus hijos amor incondicional, les dan todo, inclusive les han dado la vida y eso, a veces, nos lo hacen pagarlo muy caro.

Cualquier acto de rechazo o desprecio por parte de una madre a su hijo se relaciona con la valoración personal y afecta la autoestima; pero eso muchas madres no lo saben, porque el deseo de hacer todo por los hijos, educarlos para que sean buenas personas y se puedan bastar por sí mismos las obliga a adoptar una actitud crítica que a veces es la única que utilizan para relacionarse con ellos.

Una madre difícil es una máquina de producir culpa, porque si la tratamos de igual a igual esgrime su status de madre como una bandera y desarma al más intrépido.

Las madres difíciles no se conforman fácilmente ni abandonan sus objetivos aún cuando estemos bien grandecitos.  
No renuncian a sus hijos ideales así como nosotros tampoco renunciamos a tener una madre como la madre Teresa de Calcuta.

Las madres difíciles quieren ver en sus hijos el resultado de sus deberes bien hechos, y aunque esto no depende totalmente de ella, se adjudica la culpa si fracasa.

Los deseos de las madres difíciles marcan nuestro destino, porque muchos de nosotros hemos construido nuestras vidas, casi sin darnos cuenta, tratando de agradar a nuestra madre.

Una madre difícil puede anular totalmente la personalidad genuina de un hijo cuando éste se adapta a la rigidez de sus expectativas.

Tratar con una madre difícil es duro y frustrante, como caminar cuesta arriba cargado con una bolsa de cien kilos; y a veces es cadena perpetua porque cuanto más dominante sea más tiempo estará con nosotros, no sea cosa que se pierda algo o que si no está nos atrevamos a ser quienes somos.

Las madres difíciles hacen escenas para desarmar a quien intente rebelarse y hay adultos que antes de tomar una decisión la miran de reojo para  obtener su aprobación.

La paradoja es que obedecer a una madre hace que nuestra vida sea de ella y se convierta en algo miserable; y si hacemos la nuestra tenemos que lidiar con la culpa.

CONSEJO: No hay que renunciar a uno mismo y es preferible enfrentarse a ella desde el vamos, porque una madre conoce a sus hijos y sabe con quién puede ejercer su autoridad y con quien no, aunque eso nos cueste abandonar el lugar tan caro de hijo preferido.
Cariños y sonrisas
Irene













No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.
Todo me alienta para seguir buscando y compartiendo artículos que nos hagan sentir mejor y con mayor bienestar psicológico.
Cariños y sonrisas