Y si no está, pensamos que tal vez sea culpa nuestra.
Pero las madres no son esos seres totales y perfectos que idealizamos cuando estamos pequeños. No siempre somos completamente bienvenidos a su vida.
Pero las madres no son esos seres totales y perfectos que idealizamos cuando estamos pequeños. No siempre somos completamente bienvenidos a su vida.
Las madres también se deprimen, también tienen sus propios problemas.
Y aunque el deseo de la mayoría de ellas es darnos lo mejor, a veces no pueden hacerlo. A veces renuncian a hacerlo, o tienen una idea no tan sana de lo que es el bienestar de un hijo.
Muchas madres no están allí cuando sus hijos las necesitan. Deben, o quieren, trabajar fuera de casa y lo hacen desmedidamente, sin equilibrio, y es posible que apenas tengan tiempo para ejercer mediocremente su maternidad.
Otras mujeres tienen un rechazo, consciente o inconsciente, hacia la maternidad. Aún así asumen la tarea de ser madres, pero lo logran solo a medias.
Entonces, sus hijos se convierten en el blanco de su inconformidad.
Otras mujeres tienen un rechazo, consciente o inconsciente, hacia la maternidad. Aún así asumen la tarea de ser madres, pero lo logran solo a medias.
Entonces, sus hijos se convierten en el blanco de su inconformidad.
Son las madres que no logran ver nada bueno en sus hijos. Nunca son suficientemente obedientes, ni lo suficientemente capaces de hacerla feliz.
Así sean los mejores estudiantes, o los deportistas más destacados. No importa, nunca están a la altura de sus expectativas.
Así sean los mejores estudiantes, o los deportistas más destacados. No importa, nunca están a la altura de sus expectativas.
El rechazo por los hijos a veces también toma formas insospechadas. Es el caso de las madres ansiosas, que siempre están imaginando que el niño se va a caer, que el joven va a volverse drogadicto, que la hija va a cometer un error irreparable.
En esos casos, el rechazo toma forma de un control extremo.
Piensan que educar a sus hijos es mostrarle que el mundo es un lugar plagado de peligros y que su tarea es hacerles ver el lado amenazante.
La relación con la madre puede ser aceptable, dificultosa, estrecha o lejana, pero cualquiera que sea el modo de relación, siempre deja huellas que condicionarán significativamente el curso de nuestras vidas.
Cariños y sonrisas
Irene
En esos casos, el rechazo toma forma de un control extremo.
Piensan que educar a sus hijos es mostrarle que el mundo es un lugar plagado de peligros y que su tarea es hacerles ver el lado amenazante.
La relación con la madre puede ser aceptable, dificultosa, estrecha o lejana, pero cualquiera que sea el modo de relación, siempre deja huellas que condicionarán significativamente el curso de nuestras vidas.
Cariños y sonrisas
Irene
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.
Todo me alienta para seguir buscando y compartiendo artículos que nos hagan sentir mejor y con mayor bienestar psicológico.
Cariños y sonrisas