Este es un grave error que lleva a la gente a momentos difíciles en donde a diario viven problema, dificultades y frustración.
Sin saberlo, muchas personas sencillamente atentan contra sí mismos, se autoboicotean.
Quizás sepamos que tenemos algunas cosas mejorar en nuestra vida, porque hay obstáculos que se nos presentan, todo el tiempo y se repiten constantemente.
Y el mejor punto de partida para no seguir repitiendo errores o teniendo problemas, es el autorrespeto, ya que es la base de una vida feliz.
Para respetarnos a nosotros mismos, debemos conocernos muy bien.
El autorrespeto nos ayuda a lograr nuestro propósito de vida.
Generalmente, basamos nuestro autorespeto en identificarnos con los aspectos superficiales de nuestra existencia: nuestro aspecto físico, el éxito profesional, nuestra inteligencia, nuestro status social, nuestra nacionalidad, raza, etc.
Con tal identificación superficial, nunca conseguiremos un sentimiento estable de autorrespeto, porque las opiniones de las personas cambian. Puede que hoy que nos amen y mañana nos rechacen.
¿Cuál es la consecuencia de depender de sus opiniones?
Pues sencillamente que acabaremos fluctuando todo el tiempo, sintiéndonos positivos cuando nos dicen cosas buenas, y sintiéndonos tristes cuando nos dicen cosas negativas.
El nivel de influencia que tengan los demás sobre nosotros puede afectarnos a tal punto que muchos han llegado a extremos como al suicidio.
Para permanecer estables en nuestro autorespeto, se trata de conocer, nuestro yo mental, ese yo, que no es ni gordo ni flaco, ni blanco ni negro, ni pequeño ni grande.
En realidad es cuestión de primero conocerse a sí mismo, y luego aceptarse con los errores que se tienen, comprometerse a mejorarlos y amarse cada día más.Y cuando nos valoramos a nosotros mismos/a, también tendremos respeto hacia quienes nos rodean y hacia la vida.
Cuando tenemos autorrespeto podemos permanecer estables internamente, sin una sensación errónea de inferioridad o superioridad.
Es sólo cuando nos falta el autorrespeto que dependemos de los demás para que nos den su apoyo o confianza.
Nuestro autoconcepto no debe provenir nunca del concepto que tienen los demás sobre nosotros.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas