Si todo lo que pensáramos lo hiciéramos en ese momento, bueno, no habría problema. Pero como nuestra mente es tan ágil y veloz, mientras estamos leyendo esto puede ser que pensemos en tres cosas más que tenemos por hacer, o que nos lleguen ideas de proyectos increíbles, que se quedan como ideas nada más. Y ¿qué pasa después? que nos atormentas a nosotros mismos con pensamientos como “qué pensé que tenía que hacer?” “¿a qué venía…?” (esos momentos que llegamos a un cuarto yendo por algo y ya estando ahí no sabemos a qué íbamos).
Y a nivel emocional, nos quedamos con sensaciones de insatisfacción y falta de productividad, y podemos llegar a conclusiones catastróficas como “ no he logrado lo que quiero con mi vida”, “no tengo tiempo para hacer lo que me gusta”, “soy un fracaso porque no logro lo que me propongo”, etc.
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Cariños y sonrisas