Hay pocas cosas más destructivas y degradantes que las simples humillaciones.
Estamos a veces tan acostumbrados a ellas que generalmente no nos damos cuenta de lo arrolladoras que pueden ser con el tiempo.
El Amor reafirma, no degrada. El Amor construye la autoestima, no la destruye.
Es sorprendente que haya tantas personas que dicen amar y que continúan humillando a otras.
Recuerdo a una amiga que era objeto permanentemente del humor degradante de su esposo le dijo:
-Si soy tan mala, estúpida e inútil. ¿Por qué te casaste conmigo?
Es una buena pregunta.
Las humillaciones que intentan cambiar el comportamiento de una persona, en general solo logran agravarlo, pues el dolor se va convirtiendo en resentimientos y ningún amor sobrevive a ellos.
Hay muchísimos modos de influir positivamente en la conducta humana.
¿Por qué recurrir a uno que hiere e inclusive destruye?
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas