martes, 8 de julio de 2014

Cuando pensamos que para que nos quieran debemos decir siempre si

Todo nace de la aprobación o  desaprobación que podemos sentir hacia nosotros mismos. Por lo tanto, al sentirnos útiles, y más allá de eso, indispensables para otros, estamos convencidos que es la única forma de establecer relaciones con otras personas es a través de una condición –Me dices que sí y serás especial- .
Y al caer en esta trampa mental nos ubicamos en una posición donde solamente podemos brindarle ayuda a las demás personas pero nos cuesta muchísimo pedir ayuda o colaboración; en cierta forma nuestros cerebros  dicen ¿Cómo pedirás ayuda, no sabes que eres tú quien siempre ayuda a los demás?.
Entonces, podemos llegar a la agresión dirigida a otras personas o a nosotros mismos y podemos evidenciarla en reacciones impulsivas y reclamos repentinos en el cual decimos que nunca nos consideran o nos toman  en cuenta, generando esto una sorpresa en las otras personas quienes por lo general expresan, “Nunca imaginé que necesitabas ayuda, nunca la pediste” o “¿Por qué dijiste que me ayudarías si eso te molesta tanto?”, que indican que las personas que nunca dicen que no, tampoco saben pedir lo que necesitan.
Por otra parte la agresión podemos dirigirla hacia nosotros mismos haciéndonos comentarios hirientes o pensando ideas que nos hacen sentir mal, incluso podemos pensar estas ideas en el momento que estamos haciéndole el favor a alguien, como por ejemplo: “Parezco tonto haciendo esto por esta persona cuando sé que ella no lo haría por mí”. Y podemos repetirnos estas ideas constantemente siendo incapaces de expresarlas en algún momento, tanto que puede llegar a enfermarnos.
Mañana diremos como cambiar esta situación. 
Cariños y sonrisas
Irene

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Cariños y sonrisas