jueves, 17 de septiembre de 2015

LIBERÉMONOS DE LOS JUICIOS

Liberémonos de la carga de los juicios.
Al juzgar imponemos el bien y el mal a situaciones que simplemente son.
Sería interesante, más que calificar de “bueno” o “malo” con un juicio condenatorio, dejar una opción abierta y que escuchásemos una, dos o tres posibilidades más, a fin de centrar nuestro criterio, ya que los prejuicios son con frecuencia una barrera que nos limita a ir más allá de nuestro juicio.
Si variásemos nuestra opinión, creceríamos.
Pensemos en algunas personas que creas estar descalificando continuamente debido a un juicio.
Todo se puede entender y perdonar, pero cuando juzgamos nos apartamos de la comprensión y anulamos el proceso de aprender a amar.
Todo el tiempo estamos juzgando lo que escuchamos, lo que vemos, lo que sentimos, etcétera. ¿Alguna vez hemos pensado por qué? O, ¿de acuerdo con uno juzga?
Cada uno tenemos nuestros propios estándares. Es decir, parámetros que creamos a lo largo de nuestra vida según nuestra educación, nuestro entorno y nuestras experiencias, provocando que las cosas tomen una dimensión que varía de persona a persona.
Es posible que si interactuáramos controlando a nuestro juez interior encontraríamos puntos de vista distintos, novedosos, que enriquecerían nuestra opinión o nos confirmarían la propia idea. Después de todo, tu juicio puede ser erróneo.
         Constantemente expresamos juicios ante lo que consideramos correcto, por aparentar que sabemos respecto de lo que hagamos, o por no evidenciarnos como ignorantes. Esta actitud nos perjudica porque nos negamos la posibilidad de que el otro tenga razón y de manera irresponsable lo culpamos de nuestro amor.
Al juzgar a otros reflejamos nuestra falta de autoaceptación.
Recordemos que cada persona a la que perdonemos aumenta el amor a nosotros mismos.
Cariños y sonrisas
Irene

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Cariños y sonrisas