Aprendamos, pues, a poner en práctica estas
sencillas leyes sobre el desapego…
Primera ley: somos responsables de nosotros mismos
Nadie va a retirar cada piedra que nos encontremos en nuestro camino, al igual que nadie va a respirar por nosotros ni puede ofrecerse como voluntario para cargar nuestras penas o sentir nuestros dolores.
Nosotros mismos somos artífices de nuestra propia existencia y de cada paso que damos.
Así pues, la primera ley que debemos tener en cuenta para practicar el desapego, es tomar conciencia de que somos plenos responsables de nosotros mismos.
- No pongamos en el bolsillo de los demás nuestra propia felicidad.
No concibamos la idea de que para ser felices en esta vida, es esencial encontrar una pareja que nos ame, o tener siempre el reconocimiento de nuestra familia.
–Si el barómetro de nuestra satisfacción y felicidad está en lo que los demás nos aportan, no conseguiremos más que sufrimiento.
¿La razón? Pocas veces lograrán cubrir todas nuestras necesidades.
-Cultivemos nuestra propia felicidad, sintámonos responsables, maduros, tomemos conciencia de nuestras decisiones y de sus consecuencias, elijamos por nosotros mismos y no dejemos nunca que nuestro bienestar, dependa siempre de corazones ajenos.
Cariños y sonrisas
Irene
Nosotros mismos somos artífices de nuestra propia existencia y de cada paso que damos.
Así pues, la primera ley que debemos tener en cuenta para practicar el desapego, es tomar conciencia de que somos plenos responsables de nosotros mismos.
- No pongamos en el bolsillo de los demás nuestra propia felicidad.
No concibamos la idea de que para ser felices en esta vida, es esencial encontrar una pareja que nos ame, o tener siempre el reconocimiento de nuestra familia.
–Si el barómetro de nuestra satisfacción y felicidad está en lo que los demás nos aportan, no conseguiremos más que sufrimiento.
¿La razón? Pocas veces lograrán cubrir todas nuestras necesidades.
-Cultivemos nuestra propia felicidad, sintámonos responsables, maduros, tomemos conciencia de nuestras decisiones y de sus consecuencias, elijamos por nosotros mismos y no dejemos nunca que nuestro bienestar, dependa siempre de corazones ajenos.
Cariños y sonrisas
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