El problema es que casi todos nuestros deseos suelen ser en torno a nosotros.
Vivimos en una sociedad donde el "yo" y el "mío" son lo más importante y estamos constantemente tratando de acrecentarlos y satisfacerlos.
Sin embargo, a pesar de que ya nos cumplimos miles de deseos, seguimos disconformes buscando la felicidad en eso que todavía no tenemos o no logramos.
La vida nos trajo hasta aquí, hasta este punto en el que estamos parados, con todo lo bueno y lo malo que tenemos.
Nos guste o no, esto es lo que somos, el resultado de una infinidad de acciones y decisiones. Pero solo queremos quedarnos con lo bueno.
Tenemos una compulsión a buscar permanentemente la satisfacción, a enojarnos con la incomodidad o cuando las cosas no salen como nosotros esperamos.
¿Qué falla para que nunca podamos sentirnos bien con nuestros logros?
Tal vez sea una cuestión de ego. Cuando no podemos ver más allá de nuestra propia nariz, queremos moldear el mundo a nuestro antojo y muchas veces terminamos chocando contra la pared.
Lo bueno y lo malo son conceptos de la mente.
La vida, en cambio, es una totalidad llena de opuestos que se complementan.
Empezar a entender ese equilibrio nos va a hacer más conscientes de nuestra realidad y nos va a llevar a tomar otro tipo de decisiones.
Una de ellas es dejar de enojarnos cuando las cosas no son como nosotros queremos.
Otra es perdonarnos cuando hace falta, y no forzar objetivos poco realistas que seguramente nos van a traer más frustraciones que bienestar.
La vida es equilibrio y somos nosotros los que tenemos que abrir los ojos a esta verdad.
Mañana vamos a hablar más del tema
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas