miércoles, 31 de octubre de 2018

LO QUE OCURRE CUANDO VIVIMOS DESDE EL DESAPEGO




Cuando vivimos desde el desapego, acabamos gestionando y sintiendo la vida de otra forma.
Pongamos algún ejemplo: Recordemos los casos anteriores: 
Si la chica que nos interesa no nos hace caso, ya no nos entristecemos. Cuando hemos luchado lo suficiente, la dejaremos ir sin rencor. 
Puede que entendamos que no era la persona adecuada. 
Y, en lugar de sentirnos frustrados o deprimidos, nos lanzaremos con entusiasmo a buscar a alguien más afín a nosotros. 
Si el trabajo no nos hace feliz (esté o no bien remunerado), en lugar de seguir en él indefinidamente y quejarnos, lo usas como una oportunidad para aprender.
Y, cuando llega el momento adecuado, daremos el paso de dejar la empresa (o crear la tuya propia)
Cuando hemos sufrido un accidente o percance, como cuando nos fracturamos, o entraron a robar en nuestra casa, no perdemos el tiempo en lamentarnos y blasfemar contra el mundo o contra Dios. 
Simplemente, nos adaptamos a la situación, luchamos por salir adelante y aprendemos las lecciones necesarias para que no vuelva a ocurrir. Incluso, dedicamos el tiempo y energía en ayudar a otros a que no les pase lo mismo. 
Cuando nos encontramos en una relación tóxica que no nos hace ser felices, no pasamos demasiado tiempo en ella, pues no sentimos miedo a la soledad, sino ilusión por volver a estar solo y tener la posibilidad de encontrar alguien más compatible. 
Y en lugar de mostrar agresividad, resentimiento o venganza hacia la otra persona, nos nace mostrar cariño, respeto y comprensión. 
Cuando vivimos desde el desapego, nuestra visión del mundo cambia.
Cambian las emociones, las reacciones corporales y nuestros análisis racionales.
Cambia nuestra forma de percibir la realidad y nuestras prioridades en la vida.
Es como si hubiéramos estado al borde de la muerte y, al volver, muchas de las cosas que nos parecían importantísimas, se vuelven secundarias para nosotros. Es como si volviéramos a nacer.
Somos personas diferentes. 
Ya no sentimos con el cuerpo ni pensamos con la mente, lo hacemos desde el corazón y desde el alma. Y entonces nada es lo mismo.
Tratemos de hacerlo porque esta forma de vivir acaba transformándose en liberación, libertad, optimismo, alegría, entusiasmo y plenitud.
Cariños y sonrisas
Irene

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Cariños y sonrisas