«Nunca se puede obtener la paz en el mundo externo hasta que hagamos la paz con nosotros mismos» Dalai Lama
El hecho de no haber realizado esta necesitada peregrinación por nuestro interior ahondando en vacíos y necesidades, hace que a veces acabemos eligiendo compañeros de viaje poco acertados.
El hecho de no haber realizado esta necesitada peregrinación por nuestro interior ahondando en vacíos y necesidades, hace que a veces acabemos eligiendo compañeros de viaje poco acertados.
Relaciones efímeras que quedan inscritas en la soledad de nuestras almohadas, tan llenas ya de sueños rotos y lágrimas sofocadas.
Tanto es así que son muchas las personas que pasan gran parte de su ciclo vital saltando de piedra en piedra, de corazón en corazón, almacenando decepciones, amarguras y tristes desencantos.
En medio de este escenario, tal y como dijo Graham Greene en su novela «El final del romance» solo tenemos dos opciones: mirar hacia atrás o mirar hacia delante.
Si lo hacemos de la mano de la experiencia y la sabiduría tomaremos el camino correcto: el del interior. Ahí es donde poner en orden el laberinto de nuestras emociones para encontrar el preciado equilibrio.
Si lo hacemos de la mano de la experiencia y la sabiduría tomaremos el camino correcto: el del interior. Ahí es donde poner en orden el laberinto de nuestras emociones para encontrar el preciado equilibrio.
La tranquilidad no es ni mucho menos ausencia de emociones.Tampoco implica renuncia alguna al amor o a esa pasión que nos dignifica, esa que nos da alas y también raíces.
La persona tranquila no evita ninguna de estas dimensiones, pero las ve desde esa perspectiva donde uno sabe muy bien dónde están los límites, dónde esa templanza que como un faro en la noche alumbra nuestra paz interior.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas