miércoles, 22 de julio de 2020

PELIGRO: PANDEMIA, ADOLESCENTES Y TRASTORNOS ALIMENTARIOS

Hoy les traigo un artículo que salió en El Mercurio sobre que la pandemia  puede generar o agudizar trastornos alimentarios  a cualquier edad, pero el riesgo mayor está en los adolescentes,
“el encierro exacerba problemas de autoestima, preocupación excesiva por el peso, una distorsión de la imagen corporal y disfunciones familiares, un aspecto que es muy prevalente en este tipo de trastornos”. Jaime Silva, psicólogo de la Clínica Alemana y académico de la U. del Desarrollo.
El estrés, la angustia y la ansiedad que provocan el confinamiento y el actual contexto social potencian algunos factores que alteran la relación con la comida.
El llamado a quedarse en casa ha significado, para algunas personas,
una suma de factores gatillantes para que se desencadenen trastornos de la conducta alimentaria o se agudicen en quienes ya los tenían.
Todos los desórdenes de salud mental en general se resienten en las condiciones actuales, y los trastornos de la conducta alimentaria no son la excepción”. 
El estrés, angustia y ansiedad inciden sobre qué y cómo comemos.
El fenómeno se ha repetido en otros países. En EE.UU., la Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación (Neda, por su sigla en inglés) registró un incremento de 78% en la cantidad de personas que se conectaban a su línea de ayuda entre marzo y mayo pasados, en comparación con el mismo período de 2019.
La gran mayoría son mujeres (83%), y más de la mitad tiene menos de 17 años que es el 
grupo más vulnerable a presentar este tipo de problemas, advierten los expertos.
Comer no por hambre sino por ansiedad, o hambre emocional, es uno de estos trastornos.
“Se observan episodios de sobreingesta de alimentos por las condiciones de confinamiento y la angustia frente a lo que está pasando”, dice Silva.
Con esto tratan, inconsciente y compulsivamente, de calmar esa sensación de inquietud, ya que el acto de comer libera neurotransmisores, como la dopamina, que hace sentir placer. Pero el asunto se vuelve un círculo vicioso porque esos alivios momentáneos no resuelven las causas objetivas de la angustia o ansiedad.
Algo similar ocurre con la bulimia —en donde esta sobre comida  se compensa con más actividad física, uso de laxantes o inducirse vómitos—, así como con la anorexia y problemas relacionados con una restricción alimentaria. 
“Estos trastornos suelen estar conectados a dos cosas relevantes: la sensibilidad al estrés y un cambio en las relaciones interpersonales”. Silva 
Así, personas con anorexia o bulimia pueden estar presentando cuadros más agudos, o enfrentarse a recaídas si estaban en proceso de recuperación. 
 El seguimiento y acompañamiento de quienes padecen este tipo de trastornos es fundamental para su mejoría. 
Por eso, los expertos enfatizan no suspender las terapias y buscar apoyo profesional, de la mano de la telemedicina. Asimismo, el apoyo de la familia es esencial para advertir actitudes anómalas frente a la comida, como evadir el almuerzo o la cena, racionar los alimentos o presentar cambios bruscos en el peso corporal.
Las personas con este tipo de trastornos no son fácilmente detectables en la vida cotidiana. Pero en confinamiento, donde podemos observar más tiempo, muchas de estas problemáticas pueden ser identificadas a tiempo.
Carinos y sonrisas
Irene







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