domingo, 16 de diciembre de 2012

Práctica anti-preocupación

Quizás una de las cosas más importantes de recordar para disminuir nuestro nivel de preocupación es que no todo está en nuestras manos.
De hecho, tenemos control sobre una ínfima parte de la realidad.
 Si renunciamos por un momento a la ilusión de control, sabemos que lo mejor que podemos hacer es alinearnos con la vida, tal como un buen médico que sabe que en realidad no es él el que cura al paciente sino que lo único que puede hacer es facilitar las condiciones para que el cuerpo se sane a sí mismo.
Hay una especie de fe que está en juego en esta actitud, no una fe ciega en una creencia, sino que una fe que nace de la observación de que hay una sabiduría inherente en todo lo vivo. Esta fe puede entenderse como “abrirse a la gracia“, o  abrirse a aquello que nos es dado más allá de nuestros esfuerzos y cálculos personales.
El psicoterapeuta budista David Brazier comenta: “La gracia es la clave de la felicidad. Cuando ocurren cosas negativas, si confiamos en la gracia, podemos permanecer enraizados y no sobrepasarnos por la telenovela de la vida. Y la gracia es una bendición circular. Mientras más gracia entra en tu vida, más agradecido eres. Mientras más agradecido eres, más gracia pareces recibir”.
Incluso en el mismo cuerpo humano hay otros centros inteligentes fuera del cerebro, los cuales pueden ser fuente de nuestra sabiduría: nuestras neuronas.  El corazón cuenta con unas 40.000 neuronas y en nuestro sistema digestivo hay otros cien millones de neuronas, y ambos centros procesan información valiosa que nos orienta en el mundo, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello. Cuando practicamos la respiración consciente, el escáner corporal, la caminata conciente, yoga, taichi, aikido, etc., accedemos a esta sabiduría del cuerpo.
La preocupación nos aisla dentro de nuestra cabeza, pero el cuerpo tiene una inteligencia que nos conecta con los demás y con nuestro ambiente, permitiéndonos saber qué está pasando a un nivel sutil y responder a las circunstancias de la mejor manera posible.
Esta semana intentemos notar las ocasiones en las que entremos en el círculo vicioso de la preocupación y simplemente practiquemos bajar la atención desde tu cabeza hacia tu bajo vientre a través de algunas respiraciones profundas.
También podemos realizar la meditación caminando por unos 10 minutos, llevando la atención a los pies mientras caminamos lento y respiramos con tranquilidad. Fijémonos cómo cambia nuestra perspectiva de las cosas luego de realizar estas prácticas. Por último, recordemos realizar prácticas de atención plena no sólo cuando estemos preocupados, sino también cuando estemos tranquilo y sin problemas, recordando que es mejor preparar el paracaídas antes de tener que saltar del avión.



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Cariños y sonrisas