viernes, 11 de enero de 2013

Aprender a no culpar a los demás

Quizá sea tan doloroso para admitir los propios errores que intentamos desviar la culpa hacia los demás.
Debido a ello, es posible que le resulte muy duro pedir disculpas cuando está claro que se ha cometido un error, lo que no hace sino complicar el error con sentimientos de falta de honestidad y de culpabilidad. Necesitamos aprender que no se puede "echarle el muerto a otro".
No permitamos que nuestro propio fracaso para conseguir ese nuevo trabajo sea culpa de la familia, del jefe actual de los entrevistadores o de los dioses, No echemos la responsabilidad de nuestros errores a la mala suerte a la falta de oportunidad o a los demás.
Depende de nosotros el crear nuestras propias oportunidades; somos los responsables. Aceptarlo así nos sitúa en una posición que puede permitir mejorar nuestras habilidades ya se trate de relacionarse mejor con los demás o de realizar las tareas y librarse de la trampa de cometer los errores una y otra vez.
Echar la culpa a los demás es como esconder la cabeza bajo el ala. Aceptar la responsabilidad por los propios errores no debería constituir una carga: eso forma parte de ser un adulto.
Necesitamos ser objetivos en nuestro análisis de lo que ha salido mal, y asumir la responsabilidad cuando es debido, ya se trate de nosotros mismos o de los demás.
Si aceptamos nuestros errores sin permitir que dañen nuestra autoestima, nos situamos en una posición de verdadera fuerza.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene


































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Cariños y sonrisas