El cerebro es adaptable, aprende de nuestras experiencias y gracias a ese aprendizaje puedes moldearlo para nuestro beneficio.
Él está constantemente buscando malas noticias y se focaliza en ellas casi obsesivamente, esto cumple una función evolutiva, desde el hombre de las cavernas, para protegernos de lo malo que nos pueda pasar.
Claro está que a veces esto se va de las manos y lo que en principio parece algo bueno termina siendo una fuente de inagotable pesimismo que nos hace daño.
Para comenzar a contrarrestar esto, debemos, a propósito, enfocarnos en lo bueno, existen muchas cosas en nuestra vida grandiosas, el asunto es que no estamos acostumbrado a quedarnos pensando en ellas.
Si dedicaramos tanto empeño en recordar y saborear lo bueno como hacemos con lo negativo, sin duda nos sentiríamos más felices.
Preparar nuestro cerebro para absorber lo bueno es un proceso que requiere de práctica y constancia, debemos pasar tiempo y obsesionarnos con lo positivo para poder realmente adquirirlo.
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas