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El humor nos advierte que el orden es demasiado rígido (señala Pescetti), que determinada regla no tiene sentido, que lo formal a veces invade nuestra actividad, que nos hemos dejado oprimir por demasiadas preocupaciones. Nos previene de nuestras torpezas y distracciones, nos alerta ante la estupidez propia y ajena. Nos ayuda a superar el dolor que algo nos provoca y a darnos cuenta cuando estamos tomando las cosas demasiado en serio."
De todas las risas posibles, no es buena la que surge de gozar el sufrimiento ajeno. En lo personal nunca me divierte la risa que se burla de lo nuevo y siempre me subleva la
burla que desprecia y humilla lo diferente.
Lo mejor es reírse de uno mismo que enseña a gozar con las extrañas y absurdas cosas que nos suceden. Es la señal de la madurez que siente el que está seguro de sí mismo.
Por eso es que lo invitos a que sonrían hasta que noten que su sobriedad y circunspección han desaparecido de su vida.
Sonrían hasta que provoque la sonrisa en otros.
Sonrían a los tristes, a los tímidos y sobre todo a los aburridos.
Sonrían a los amigos, a los ancianos, a los jóvenes, a su familia y a sus adversarios.
Sonrían cada vez que puedan y aprenderán que nada es capaz de arruinarle su alegría, ni siquiera la tristeza de llorar lo doloroso.
El gran Groucho Marx escribió un breve epitafio para que apareciera escrito en su tumba, un mensaje dirigido a quienes lo visitarán tras su muerte. Es una simple frase escrita en la piedra. Dice: Perdonen si no me levanto…
Elijan sonreír y serán más felices
Cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas