Buenas tardes, mis amig@s: Cómo andan?
Voy a seguir hablando de la delicidad porque es un tema que a todos nos interea. En el fondo, todos buscamos un estado continuo de alegría, una vida sin sufrimiento. Cada uno de nosotros trata de conseguirlo a su modo: a través de una carrera profesional, de relaciones amorosas, mediante una práctica espiritual, etc…
Pero por debajo de las distintas estrategias para conseguir ese ‘algo más’ que una y otra vez nos elude, cada persona emplea la misma técnica de tomar y rechazar. Rechazamos lo que nos parece negativo y nos tomamos lo que percibimos como positivo.
Este constante esfuerzo nos consume y nos deja sin energía para darnos cuenta del misterio y la belleza que nos rodea y que, por mucho que seamos inconsciente de ello, se encuentra dentro de nosotros.
La búsqueda de la felicidad se basa en la creencia que aún no hemos reunido suficientes requisitos para obtenerla y que los elementos necesarios se encuentran ahí fuera, en el mundo externo.
La idea que todavía no tenemos lo que necesitamos para ser felices está tan establecida en nuestras mentes que ni siquiera dudamos de su autenticidad. Dudamos de nosotros mismos, del camino que seguimos, hasta dudamos que exista la posibilidad de vivir felizmente… pero en ningún momento nos preguntamos si la idea de que nos falta algo sea errónea.
La razón por la que no encontramos ese ‘algo más’ en ningún sitio es porque ya lo tenemos. Al creer que carecemos de algo, enfocamos toda nuestra atención en el mundo externo para encontrarlo, ignorando lo que ya poseemos.
La verdad es que ya tenemos, ya somos, lo que buscamos. El mero hecho de existir nos da la capacidad de ser felices aquí y ahora, independientemente de nuestras circunstancias.
Creemos que lo que nos hace falta para ser felices es un buen trabajo, esa pareja especial, un cuerpo sano, más dinero, menos estrés, más tiempo libre, menos responsabilidades… y es verdad que estas cosas pueden contribuir a nuestra felicidad. Pero detrás de cada deseo se esconde la necesidad primordial de encontrarnos a nosotros mismos y solo esto nos puede conceder la felicidad incondicional.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas