Seguimos con los grandes enemigos de la felicidad, hoy le toca el turno a la avaricia, del amor propio desmedido nace la soberbia, y también la avaricia.
El que se ama a sí sobre todas las cosas ama a todas las cosas para sí. Quien se forma una idea exagerada de su grandeza y desprecia y no considera a los otros, que no siente escrúpulos en poseer lo que a los otros de alguna manera les pertenece llega a figurarse que no hay nada que no se le deba.
Las riquezas no son por sí mismas ni buenas ni malas, pero el uso que se hace de ellas sí que puede ser inadecuado. Se pueden comparar a una escalera por donde se puede subir y
bajar, pues por ella unos suben andando el camino espiritual y otros descienden hacia el dolor y el sufrimiento. Las riquezas tienen grandes peligros, pero también pueden traer abundantes provechos, y empleadas apropiadamente sirven de mucho bien.
Es algo bueno trabajar y adquirir dinero, también lo es ahorrar para conservarlo. Trabajar y ahorrar pueden ser auténticas virtudes. Trabajar para mejorar la fortuna, para asegurar el porvenir de la familia, para estar preparados y poder hacer frente a lasl eventualidades y contingencias propias del curso variable de los acontecimientos humanos y vivir
tranquilamente los años de la vejez no tiene nada de reprensible, sino que es muy honesto y razonable.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene
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Cariños y sonrisas