lunes, 21 de octubre de 2013

La envidia.

Vamos a seguir con la lista de los enemigos de la felicidad: La envidia es gozar con el mal ajeno. El envidioso se entristece con el bien del que puedan disfrutar las otras personas como si éste fuese para él un mal, como si implicara una disminución de su bien, no porque ese bien le falte a uno.El envidioso no piensa en sí mismo, sino en los demás, y para él pocos goces mayores que la contemplación del mal
ajeno.
El orgullo tiene mucho que ver con la envidia. Quien siente un exagerado amor propio no se satisface con lo que tiene por mucho que ésto sea, sino que aspira a que nadie tenga, a su alrededor, bienes iguales o superiores. Y aunque no pierda con lo que otros ganen, le molesta y le parece una humillación no poseer él sólo ese bien.
La envidia también se disfraza de lo que muchos creen que es virtud, pues la confunden con un celo justo, y dan a entender que lo que les enoja no es la virtud de otra persona, sino que no sea tan perfecta como se opina, que no es su talento lo que desagrada, sino los defectos en los que parece haber incurrido, o bien, que no es su fortuna la que indigna, sino el que no haga todo el buen uso que podría hacer.
La envidia es muy contraria al desarrollo de la humanidad. En realidad todos somos miembros de un mismo cuerpo, por lo que cada miembro participa íntimamente del bien y del mal que los otros miembros experimentan. Y esta es una razón más importantes por la que no se debe envidiar a otras personas por estar en otros niveles.
Hasta mañana, cariños y sonrisas
Irene

 

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Cariños y sonrisas